Se me va a hacer muy difícil encontrar las palabras para esta reseña. Más que nada porque después de leer a la gran poeta Wislowa Szymborska, me siento muy pequeñita. Tan pequeña que casi no me sale la voz y ni siquiera soy capaz de encontrar las palabras. Es lo que tienen los grandes poetas: que te dejan totalmente desconcertados y una ya no sabe bien quién es. Pero no penséis que es una sensación mala. Todo lo contrario: yo leo a Wislowa Szymborska y automáticamente me subo a una nube, me voy por las alturas y adiós muy buenas. Ya no hay quien me baje. Y como dice aquella canción de Los Rodríguez: “déjame quedarme un poco en las alturas”.
El caso es que tengo que bajar de la nube, al menos un rato, para hacer esta reseña. Así que: plaf. Bajo sin estrellarme. Para los que no conozcan a Wislowa Szymborska haré una pequeña introducción. Wislowa fue una poeta, ensayista y traductora polaca que nos dejó en el año 2012. Algunos sabréis que recibió el premio Nobel de Literatura en 1996, entre otros muchos premios. Es autora de una extensa obra literaria y ha sido traducida a muchos idiomas. En castellano podemos encontrar una gran representación de su obra, pero hoy me quedo con esta Antología poética de Visor, que es la que quiero reseñar. Ya el prólogo de la antología me parece una delicia, pues, de una forma maravillosa, se nos presenta a la singular autora y su mundo:
“A Wislowa Szymborska le encantaba Vermeer y el kitch. Leía a filósofos y revistas de mujeres. Era cinéfila, admiradora de Woody Allen y también gran seguidora de los culebrones brasileños, y lo reconocía públicamente. Salvo excepciones, los museos le aburrían. Le gustaba viajar a lugares cuyos nombres le parecían curiosos solo para fotografiarse junto a los letreros (…)”.
Tengo la impresión de que Wislowa Szymborska me habría caído tremendamente bien.
Cuando le pedían hablar de sí misma, ella respondía “todo está en mis poemas” y, siguiendo este consejo de la autora, la editorial Visor ha recogido en esta Antología el mundo de esta poeta a través de sus escritos, que es, sin duda, la mejor forma de conocer a alguien.
Su estilo es elegante, sencillo y cargado de sentimientos y recuerdos. Y es cierto que sí, que todo está en sus poemas. Que para llegar a conocer a la gran Wislowa Szymborska nos basta con leer su obra, perdernos en sus divagaciones y sentencias, dejarnos llevar a su mundo, permitir que las letras nos atraviesen, nos transporten, nos eleven. Aquello de la nube que os decía al comenzar la reseña. En definitiva, dejarse llevar.
Hay muchos poemas de Wislowa Szymborska que me dejan rota, con la boca abierta y esa sensación de cosquilleo en el estómago, parecida a la que produce el vértigo. No sabría reducir todos esos sentimientos que me produce al poner aquí tan solo alguna de sus líneas, así que solo puedo recomendaros que leáis su obra, o al menos, esta maravillosa Antología Poética que ha preparado Visor. Seguro que a más de uno os pasa lo que a mí y, quién sabe, quizás debamos saludarnos desde las alturas. A volar, lectores, a volar de la mano de la maravillosa poeta Wislowa Szymborska.
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