Apología del libro

Apología del libro, de Arnoldo Kraus


Apologia-del-libroEscribe Arnoldo Kraus una declaración de amor al libro tan apasionada e intensa como breve. En las cartas de amor no es necesario extenderse más de lo debido. Vicente Rojo la ilustra con pasión y talento equivalentes. Y el lector la lee con el interés que sólo regalan las pasiones compartidas y con la íntima satisfacción de vivir el que probablemente sea el único amor compartido que no provoca celos.


Apología del libro no es sólo un reconocimiento de las bondades del contenido de los libros, de las historias que cuentas y de los sentimientos que éstas provocan en el lector. Arnoldo Kraus se declara enamorado del continente, de los libros como objeto, y sostiene, y es cierto, que el libro ya leído mantiene su pide evocador aún cerrado y que en ocasiones basta encontrarse con él, posar la mano sobre la portada, para revivirlo. Y tiene razón. Esa reflexión conduce inevitablemente a otra sobre el formato en papel frente al electrónico, interesante, claro, pero a la que la mía propia nada añade ni resta por lo que basta con señalar su existencia en esta reseña y tal vez citar algo de ella:

Los médicos amantes de la clínica, no de la parafernalia tecnológica, saben que el tratamiento se inicia con las manos, del palpus, con la parte suave de las palmas, cuyo roce con la piel del enfermo percibe el lenguaje de los tejido corporales. Gracias a la palpación, médico y paciente dialogan: el primero toca y, después, escucha; el segundo percibe y, después, habla. La vida media de una dirección de internet es de 44 días, los libros de papel sólo mueren en las puras ordenadas por políticos dementes.



Y es que Arnoldo Kraus en médico y por tanto, al igual que los escritores, trata con la vida y por tanto su visión de la literatura es doblemente interesante. La mirada de los médicos suele serlo.
Esta pequeña Apología del libro se lee en un ratito, encontrar impreso un sentimiento compartido siempre es reconfortante y tenerlo en la estantería, cruzar con él la mirada y recordar sus bellas palabras y sus hermosas ilustraciones, su primorosa edición, tocarlo y olerlo ocasionalmente, es una forma tan buena como otra cualquiera de renovar los votos de ese matrimonio indisoluble que une a libro y lector. Aunque para ese amor no hay homenaje comparable a leer.

Andrés Barrero
contacto@andresbarrero.es

Deja un comentario