Hey! Ho! Let’s go! ¿Cuántas veces habré berreado esto en los bares? Cientos, miles, millones de veces y no me cansaré nunca de hacerlo. Es un grito de rebeldía, de oposición a lo establecido, de diversión cuando se es joven porque es cuando hay que aprovechar para divertirse. Esa es la meta, no dejar nunca de divertirse. Los Ramones, además de ser el grupo cuyo logo luce en las camisetas más vendidas de las tiendas H&M o el grupo Inditex (lo siento por haber tenido que hacer mención a esto, es muy manido, casi ridículo, pero también es un hecho) fueron una revolución del punk rock neoyorquino, una bomba de oxígeno para la juventud de la época que se juntaba en el bar CBGB para escuchar nuevas bandas con muchas ganas de tocar las narices a unos cuantos y hacernos divertir a los jóvenes. Bueno, a mí, de Móstoles y nacido a mitad de los ochenta todo esto me pilló algo lejos, pero el mensaje y la música de los Ramones me han llegado con la misma intensidad. Y sí, las camisetas también, pero la mía es de las buenas, del rastro madrileño.
En Libros y literatura puedes leer una de las reseñas dedicadas a la figura del batería de la banda, Marky Ramone. Aquí voy a comentar un cómic, otro clásico americano, que une en este número a dos pesos pesados de la cultura pop estadounidense: los Ramones y el pelirrojo más conocido de los cómics, Archie. Y como título, pues algo sencillo, que deje claro la intención de la historieta. Esto es Archie conoce a los Ramones.
Archie y sus amigos han formado una banda de rock, o eso creen ellos. Se están preparando para la batalla de bandas del Instituto Riverdale, pero sus dotes para tocar dejan mucho que desear. No tienen ritmo, están desafinados y la coordinación entre ellos brilla por su ausencia. En fin, lo suyo no es el rock. El hartazgo y las discusiones entre ellos van en aumento así que su amiga, la bruja Sabrina, les va a echar un cable a modo de conjuro. Le regala a Archie el primer elepé de los Ramones para que aprenda de ellos. Cuando pone el disco, fruto del embrujo de Sabrina, Archie y sus amigos viajan en el tiempo a Nueva York, a la puerta del mismísimo CBGB donde se encontrarán con los originales Ramones. Ellos les invitan a tocar como teloneros, pero siguen sin saber tocar. Así que el propio Joey Ramone les insta a realizar una serie de pruebas para aprender a tocar. Durante las páginas se suceden continuos guiños a las canciones de los Ramones; acceden al Rock and Roll High School, tienen que encontrar un tesoro en un cementerio de mascotas o viajan en autostop hacia Rockaway Beach. Todo con tal de aprender a afianzar las relaciones como banda, primer paso para tocar en un grupo, y después, como les recomendará Marky Ramone: «tocar muy rápido». Deberán demostrar su aprendizaje en una batalla de bandas en el mítico local CBGB antes de regresar a su tiempo. ¿Lo conseguirán?
Archie conoce a los Ramones tiene los destellos de humor y argumento ligero y amable que caracterizan a las historias de Archie. La gracia recae en los homenajes a la banda, con viñetas dedicadas a su puesta en escena en pleno directo tocando el «Bliztkrieg Bop» y la reproducción de lugares tan especiales como el CBGB, el local que catapultó a Blondie, Patti Smith o The Jam además de a los Ramones. Las páginas finales de esta edición de Norma contiene las distintas portadas que se lanzaron en Estados Unidos realizadas por varios artistas, síntoma de la importancia que allí se tiene de esta colección y entre las que se incluye la de mi dibujante favorito Francesco Francavilla. Una lectura amena para pasar un rato agradable y entretenido leyendo y escuchando, por supuesto, los discos de los Ramones.