Después de todas las buenas críticas que había leído y lo atraída que estaba por sus sinopsis, tenía unas expectativas muy altas cuando empecé a leer esta novela. Ahora sé que estas expectativas se han cumplido y con creces. Este libro es tan especial que merece ser leído porque que te marca por completo para siempre.
La novela comienza presentándonos a Aristóteles (Ari), un adolescente poco corriente que ni tiene amigos ni le gusta hacer las típicas cosas que les gusta hacer a los chicos de su edad. Además, no tiene aficiones ni metas y está continuamente replanteándose su vida. Hasta que conoce a Dante, un simpático chico muy diferente a él. Adora estar al aire libre, pintar y disfrutar de la vida. A pesar de sus diferencias, empiezan a entablar una amistad que les cambia por completo.
Esta amistad entre ambos es quizás lo más especial del libro, pues empieza a surgir de forma muy natural y se manifiesta con hechos, más que con palabras, a lo largo de todo el libro. Nos enseña que no importan nuestras diferencias sino la lealtad y lo que logremos aportar al otro.
Benjamin Alire Sáenz nos transmite en Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo estos valores a la perfección, gracias a estos dos personajes tan especiales. De Ari me ha encantado su espíritu de sacrificio, su curiosidad, su divertida ironía y la relación con sus padres, tan tierna como sufrida. De Dante he admirado su sinceridad y su capacidad para disfrutar de cada segundo de la vida, a pesar de los problemas del día a día.
Con ambos he reído, llorado y sufrido en cada una de las páginas. Además, me ha encantado el hecho de que no son los típicos personajes de novela juvenil a los que estamos acostumbrados: valientes, fuertes y que se comportan como unos héroes todo el tiempo. No. Son personas reales, con problemas de la vida real. Personas que son como tú y como yo y que deben afrontarse, como lo hemos hecho todos, a las dificultades de la transición entre la vida adolescente y la adulta.
En cuanto a sus familias, aunque se supone que tienen un papel secundario en la novela, están presentes en todo momento y apoyan a sus hijos en todas sus decisiones. El padre de Ari es el que más me ha gustado porque, a pesar de haber sufrido una experiencia traumática, hace todo lo posible por conectar y comprender a su hijo. Es el vivo ejemplo de que a veces no se necesitan palabras para expresar lo que sentimos. Los ojos son casi siempre el espejo del alma.
La novela tiene un ritmo ágil en general, que hace que sus 350 páginas se lean prácticamente de una sentada. A pesar de que yo elegí la versión en inglés, el vocabulario y la gramática son facilísimos y no tienen ninguna complicación. Por esto y por todos los detalles que he enumerado anteriormente, no tengo ninguna duda de que es una de las novelas que releeré porque en una segunda lectura estoy segura que disfrutaré aún más. Es una novela que recuerda a la adolescencia y todos los conocimientos que se adquieren en esa etapa de la vida.
Recomiendo sin duda Aristóteles y Dante descubren los secretos del universo por ser una de las grandes joyas que he tenido la oportunidad de descubrir dentro de la literatura juvenil. Por tratar temas profundos como el amor, la familia, la amistad, la búsqueda de quiénes somos, de quiénes queremos ser y de nuestro lugar en el mundo, de forma tan exquisita y cercana que hace que te enamores totalmente de la historia. Por tratar de que, en definitiva, todos encontremos los secretos de nuestro propio universo.
Me has convencido…
Espero que te guste ??