Arráncame la vida, de Ángeles Mastretta
Las culturas de los países arrastran consigo formas de pensar que se arraigan y se pasan de familia en familia. La sociedad de un pueblo sigue ese lineamiento y quién rompe ese esquema significa la ruina y la expulsión. Aún Latinoamérica se caracteriza por reglas de antaño, por grupos que se manejan bajos viejos reglamentos pese a que el mundo ha cambiado. Sin embargo, el siglo XX trajo consigo una revolución del género femenino donde la mujer dejo de ser una figura al costado del hombre para pararse frente a él en igualdad de condiciones. En la novela Arráncame la vida de Ángeles Mastretta encontramos un retrato de esa imagen y de la sociedad mexicana.
Catalina Gúzman es joven cuando contrae matrimonio con el general Andrés Ascencio, en camino a convertirse en un prometedor político. Forzada desde cualquier punto de vista, Catalina confunde la ilusión del amor casi adolescente y la promesa de una vida mejor con el amor verdadero, el que debe de durar para toda la vida y llena de respeto.
Es Puebla el espacio donde sucede la mayor parte de la historia y donde el general Andrés escala posiciones hasta alcanzar a ser gobernador de Puebla. En este ámbito creado por Mastretta, desfila la socialité mexicana con sus costumbres y, sobretodo, la clase política que se une y se traiciona para escalar posiciones y ganar poder.
Catalina podría ser la sombra de un hombre que se destaca en la sociedad. Lejos de ser “la esposa de”, esta mujer se abre pasos rompiendo esquemas tradicionales. Ella habla por sí misma, opina, contradice al General y juzga su comportamiento de macho mexicano. Y Catalina se enamora de otro hombre. Esa historia de amor florece y la hace flaquear como a cualquier persona.
Si de retratos de las sociedades latinoamericanas se trata, los autores de la región tienen material suficiente para inspirarse y regalar historias que tienen un fondo que conocen y que en muchos casos, los enoja. Catalina es una mujer mexicana creada por otra mexicana. Quizás esa opresión inicial y esa liberación que Mastretta ha visto en la mujer mexicana, ha resultado la perfecta inspiración para esta historia. O la sociedad mexicana y sus parámetros que aún hasta hoy se extienden revelan cierta contrariedad de la autora.
Estoy pasando por una etapa donde sólo me dedico a los autores latinoamericanos. Inevitablemente, los estoy eligiendo uno tras otro. Cuándo ya creía que no podía seguir sumando a buenos escritores, aparece uno nuevo para continuar arrastrándome a esa prosa tan del español que lo vuelve admirable por donde se lo analice.
Mastretta no es la excepción. Su escritura es fluida y la imaginación se hunde en ese mundo, generando imagen tras imagen un retrato que parece real del México de la década del 30. El lector percibe Puebla, percibe a Catalina reunida con la clase política y por sobretodo, percibe su agonía, su enojo y sus pasiones.
Descubrir a un autor conlleva, inevitablemente, a seguir pasando por sus novelas. Conocer culturas y modos de pensar a través de la literatura es una satisfacción que genera tantos placeres como autores de buena calidad se encuentran en el mundo. Y si a la lista se siguen sumando escritores, seguimos sumando placeres que la lectura de una buena novela nos concede.
Me gusta mucho este libro. No se que tiene aun, pero déjame decirte que te atrae y te envuelve con su historia. Lo recomiendo leer. Ah! y no olviden darse una vuelta por mi blog, los espero.
nada