Los libros de arte o artbooks, como suelen conocerse, son algo de otro mundo. Y si bien es cierto que este que hoy traigo no es el primero que he tenido la oportunidad de reseñar, creo que no he invertido el tiempo suficiente en explicar qué son y cómo nacen este tipo de libros. Asociados a procesos creativos, los libros de arte son la constatación y posterior presentación de dichos procesos para una audiencia mayor. En Japón, este tipo de publicaciones han estado asociadas al mundo de los videojuegos desde que estos ganaron en complejidad y belleza. Y aunque en Occidente también hemos empezado a lanzar nuestros propios libros de arte asociados a un videojuego, las bases fueron asentadas por los japoneses. Precursores en ver un valor adicional en la recopilación y venta del making of de sus archiconocidas sagas de videojuegos. En muchas ocasiones, con colaboraciones de grandes nombres de la ilustración o el mundo del manga. El cuidado que se deposita en estas publicaciones es tal que el coste y posterior precio ascendían a una suma que difícilmente encontraba compradores fuera de su país de origen. Hasta ahora.
Poco a poco el mercado europeo se ha ido haciendo eco de una demanda cada vez mayor de este tipo de publicaciones y los grandes nombres como Final Fantasy, Dragon Quest o Zelda han abierto la veda para que otras sagas menos conocidas encuentren un lugar en nuestros mercado y un público que esperaba con ansias este tipo de recopilaciones. Que un libro como Art of Mana haya llegado a nuestras librerías, traducido al castellano y respetando al máximo a su equivalente japonés no es sino un síntoma de la bonanza de nuestra industria editorial, cada día más abierta a arriesgar con otro tipo de lanzamientos. Dicho esto no me queda otra que presentaros el contenido de esta maravilla y dejar claro por qué la saga Mana merece estar entre los grandes nombres antes mencionados.
Nacida en 1991 para Game Boy con Mystic Quest, también conocido como Final Fantasy Adventure, no fue hasta su segunda entrega, Secret of Mana para Super Nintendo, cuando empezó a ser mundialmente conocida. Desde entonces nuevos títulos y revisiones de entregas anteriores no han dejado de aparecer. Ubicadas en un mundo en declive, estas historias tratan sobre el abuso de los humanos de los dones de la naturaleza y la capacidad para poner fin a los excesos, buscando un balance con la Madre Tierra, representada en estos juegos por el Árbol del Maná. Como veis, un mensaje con una gran carga ecológica que si ya tenía vigencia en los 90, ahora más que nunca tiene una importancia capital. Pero si por algo ha destacado siempre esta saga, y es quizás el motivo por el que el libro que hoy reseño existe, es por su gran apartado visual. La dedicación con la que se han manufacturado estos juegos es inaudita. Y sí, he elegido dicho verbo aposta. Porque si algo constata este libro es el gran trabajo artesanal que los japoneses pusieron en estos personajes y en estas historias. Art of Mana es un compendio de ilustraciones, bocetos y comentarios sobre la creación de un mundo partiendo de cero, que en su momento encandiló a millones de adolescentes tanto fuera como dentro de Japón. Una llama que aún hoy sigue sin apagarse para aquellos nostálgicos que se pongan ante las páginas de este libro.
Si por algo me gusta sentarme y dedicarle tiempo a un libro de arte de estas características es por la capacidad que tienen de poner en contexto una obra que en su momento no acabó de comprenderse del todo. Y es que los 25 años de historia que aborda este libro ponen de manifiesto la relevancia que tendrían estos juegos y la dedicación que le pusieron sus creadores incluso sin saber el peso que tendrían a posteriori. La cohesión que puede verse cuando se diseccionan estos juegos en sus infinitas partes es asombrosa. Todo encaja, todo suma en un plano mayor. La intrincada red de historias se desmenuza y muestra al lector que hasta al más mínimo detalle no se ha dejado a la arbitrariedad. Es tanta la atención puesta que incluso llega a asustar.
Art of Mana recoge en sus páginas el análisis conceptual y el diseño de todas sus entregas principales. Para cada juego, gran parte del equipo implicado deja su comentario sobre las decisiones que se tomaron en su momento. Algunas bastante sorprendentes de cara al producto final y a su posterior exportación a otros mercados. ¿Será muy japonés este o aquel personaje? ¿Se entenderá cierta referencia al folclore? Ver la evolución y la confianza que los desarrolladores van ganando juego tras juego es sorprendente. No quiero acabar sin destacar la maravillosa y extensa entrevista que se le hace a Kôichi Ishii y Hiromichi Tanaka, director y productor de Secret of Mana respectivamente y padres de la saga. En ella se habla de un época muy diferente a la actual, en la que diseñar videojuegos era casi como avanzar en la oscuridad. Todo estaba por hacer, la experimentación era casi absoluta. Sin saber qué funcionaría y qué no dieron un salto de fe para dar a luz a una serie de juegos que marcaron una época. No sabían en dicho momento que pasarían a formar parte de la historia de los videojuegos. Este libro es la constatación de ello.