Reseña del libro “Audrey Hepburn. La elegancia natural”, de Megan Hess
La elegancia que desprende la figura de Audrey Hepburn es proporcional a la que desprenden las páginas de esta obra; empezando por su título “Audrey Hepburn. La elegancia natural” y continuando con sus ilustraciones.
Cuando se cumplen 30 años del fallecimiento de la actriz, la Editorial Lunwerg nos deleita con esta nueva obra de Megan Hess, que como en “100 vestidos” (donde nos mostraba las prendas más icónicas de la moda, del cine y de las mejores alfombras rojas), realiza un trabajo exquisito que demuestra el buen gusto que posee a la hora de ilustrar y además, en este caso, muestra su respeto por la actriz. Ambas obras están publicadas por Lunwerg, con un diseño deslumbrante, de hojas de perfil dorado, dignas de un coleccionista. Audrey Hepburn. La elegancia natural, es una preciosa biografía dividida en tres partes: la mujer, la estrella y el legado.
Audrey Kathlee Ruston nació en Bruselas en el año 1929, pasó sus primeros años en un internado en Inglaterra porque su padre lo creía más conveniente, y ella recuerda esa época como la que le infundió la idea de independencia en su vida. Cuando su padre abandonó a la familia y ante la inminente guerra en Europa, su madre se la llevó a Holanda creyendo que así la mantenía a salvo, pero llegó la invasión de Alemania, la hambruna y la necesidad de supervivencia. Audrey nunca perdió la fe ni el sueño de ser bailarina, ayudaba a la resistencia holandesa a pasar mensajes clandestinos y recaudaba dinero para ellos con sus espectáculos de danza secretos.
Después de la guerra volvieron a Inglaterra y allí, tras comprobar que nunca llegaría a ser bailarina profesional, empezó su carrera como modelo y actriz de musicales en teatro.
La escritora francesa Colette la vio en Monte Carlo en un rodaje donde tenía un pequeño papel, y pensó que sería perfecta para dar vida a su Gigi, el teatro se rindió a sus pies y después lo haría Hollywood, pero ella mantenía los pies en la tierra.
Audrey Hepburn se sentía cómoda con unos pantalones piratas, una simple camiseta negra y unas bailarinas en sus pies, así la recordamos en muchas de sus películas, como en Sabrina o bailando con Fred Astaire. Decía que se sentía más guapa cuando se ponía un pañuelo de seda y siempre eligió su vestuario en las películas donde trabajó. Ella era moda.
Quiso que Givenchy diseñara sus vestidos parisinos para la película Sabrina, pero él no sabía quién era Audrey (aún no se había estrenado Vacaciones en Roma) y rechazó su idea. Ella compró vestidos suyos que tenía por ahí guardados y lo invitó a cenar. Después de esa cena no volvieron a separarse, fueron el amor platónico uno del otro, siempre juntos en todos sus proyectos. Él era su diseñador.
“Solo me siento yo misma cuando llevo prendas de Givenchy”
“Givenchy es mucho más que un diseñador: es un creador de personalidad”
Audrey Hepburn. La elegancia natural habla de su necesidad de no sentirse una diva, como cuando Givenchy creó un perfume para ella, pero ni aceptaba que fuera para su uso exclusivo ni consintió que se lo regalara, siempre los compró. Habla de sus inolvidables películas son inolvidables, como Desayuno en Tiffanys, que casi no hace porque Truman Capote quería a Marilyn Monroe, de cómo lloró cuando doblaron las canciones cantadas por ella en My fair lady y siempre conservó amistad con actores como Gregory Peck.
Se la quería porque era buena persona y lo dejó todo por cumplir su otro sueño: tener una casita con un jardín donde criar a sus hijos. Vivió con ellos en su adorada Roma y al final, vivió en Suiza sus mejores años de tranquilidad fuera de cámara.
Pero su papel mas importante fue el que desarrollo para Unicef, recaudando fondos contra el hambre y por los niños. Ella, que sufrió una grave enfermedad a causa del hambre que pasó de niña durante la guerra, no olvidó nunca cuando a Holanda llegó UNICEF con comida, mantas y productos de higiene y baño y quiso agradecerle el alivio que sintió en ese momento, ayudando a otros niños y niñas.
Audrey Hepburn. La elegancia natural se desarrolla en pequeños párrafos distribuidos entre las ilustraciones que muestran a la Audrey niña y a la joven del moño con gafas de sol que recodamos frente a Tyffanis, la que baila con Fred en zapatillas de ballet y la que monta en moto con Gregory Peck…. Un icono de la moda, del cine y una musa para muchos en todos los sentidos.
Excelente artículo. Audrey fue, es y será la elegancia personificada. La quintessence de la finesse.
Gracias por tus palabras. Así era ella, sí
Gran actriz y mejor persona! Su elegancia era innata! Nunca ha habido otra como ella!!
Irrepetible en talento y personalidad
Jamas igualada en su elegancia y simpleza en su humildad y en su sensibilidad!!!
Desde luego, no la ha habido otra. Gracias por el comentario
Gran persona y actriz. Una señora de los pies a la cabeza.No hay mujeres como ella!
Imposible no admirarla. Gracias por el comentario