Soy de la generación que se volvió loca con la primera de Jurassic Park. Recuerdo que yo coleccionaba los pines de dinosaurios que daban con los yogures e iba a clase con mi carpeta de T-rex. Para algunos niños de aquella época, los conocimientos sobre estos majestuosos animales que habitaron la Tierra hace millones de años se reducían a lo que se contaba en la película de Steven Spielberg (basada en la novela de Michael Crichton) y a un tema en las clases de Conocimiento del Medio; pero, para tantos otros niños, los dinosaurios se convirtieron en una obsesión y sabían recitar de memoria todos los nombres y sus principales características. Parecía que esos gigantes que un día dominaron el mundo habían quedado reducidos a divertimento para niños.
Sin embargo, mucha de la información que se daba entonces se ha desmentido en los últimos tiempos, gracias a que se han recolectado fósiles a un ritmo sin precedentes (se descubre una especie nueva ¡cada semana!) y los avances tecnológicos permiten estudiarlos al detalle: TAC para analizar sus cerebros, modelos informáticos que deducen cómo se desplazaban, microscopios que revelan de qué color eran… Un cúmulo de circunstancias y herramientas que han revolucionado la paleontología. Pero Steve Brusatte, un paleontólogo treintañero, no se limita a relatarnos esos descubrimientos recientes en Auge y caída de los dinosaurios, sino que se remonta al inicio de esta épica historia, que abarca ciento cincuenta millones de años.
Auge y caída de los dinosaurios comienza en la recta final del Pérmico, cuando se produjo una de las cinco mayores extinciones en masa que se han dado en el planeta y se inició el Triásico, la era en la que aparecieron los primeros dinosaurios. Pero no fue hasta que Pangea se resquebrajó que estos empezaron imponerse a las demás especies existentes. Steve Brusatte explica cómo algunos alcanzaron tamaños descomunales y a otros les salieron plumas y alas, hasta transformarse en aves, y por qué se extinguieron la gran mayoría de ellos hace sesenta y seis millones de años.
Este joven paleontólogo ha tenido la suerte de tener grandes mentores y de participar en el descubrimiento de varias especies de dinosaurios. A través de sus anécdotas y las de sus compañeros, de sus trabajos de campo, de sus discusiones con colegas científicos y de la revisión de los artículos que ha publicado a lo largo de su carrera, en Auge y caída de los dinosaurios no solo ha montado el puzle de cómo fue la aparición, evolución y extinción de los dinosaurios, sino que ha mostrado una panorámica de la profesión del paleontólogo más allá de los estereotipos; todo ello acompañado con una buena colección de fotografías. De este modo, ha conseguido que sea una obra de divulgación científica amena, inteligible para los legos (entre los que me incluyo) y bastante completa y rigurosa para que los más apasionados y expertos también disfruten de ella.
Tras leer Auge y caída de los dinosaurios, me queda claro que no fueron gigantes estúpidos con escamas condenados a la extinción, sino unos animales con un proceso evolutivo apasionante, cuyo estudio científico es indispensable para entender el mundo tal y como lo conocemos.
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