Autor Vs Escritor
Una cosa es ser escritor y otra muy distinta es ser autor. Son dos especies diferentes, opuestas, por más que una sea consecuencia ineludible de la otra. El escritor duda, corrige, tacha, desconfía: crea. El autor afirma, asegura, dogmatiza, se muestra seguro de lo que dice: vende. Mientras que uno es solitario y huraño, el otro es extrovertido y amable. A todo escritor se le presenta ¿la necesidad? de ser visible si quiere que alguien lea sus libros, y este es, y no otro, el deseo de todos los que publicamos: que nos lean (desconfiad de los fatuos que declaran lo contrario). La alternativa parece ser la tomada, entre otros, por Salinger, paradigma del escritor que se niega a ser autor, al menos de la manera habitual. Aunque alguien podría argumentar, quizás con razón en ciertos casos, que la decisión de eludir cualquier estrategia de publicidad, en un mundo que parece un campo de minas publicitarias, es ya una estrategia en sí misma.
Ser autor conlleva una serie más o menos reconocible de tareas. Presentaciones a las que la gran mayoría de los asistentes acuden por compromiso (algunos tratan de llevarse el libro gratis, especialmente si son editores, desconozco la razón), entrevistas en prensa, radio y televisión en donde se repiten las preguntas y las respuestas; charlas y mesas redondas en donde se defiende con seguridad e incluso vehemencia un discurso casi siempre dogmático; asistencia a cenas, fiestas, entregas de premios y cualquier reunión en la que uno pueda generar contactos (deben llamarse así porque accionan la luz que te otorga la visibilidad). Y todo con el objetivo de que la gente lea lo que escribimos.
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Un escritor se preocupa por otras cosas. Si la forma es la más adecuada para mostrar el fondo, si todo saldría más rodado con otro narrador, si el editor le permitirá otro mes de retraso, si el próximo libro será de cuentos o probará a retomar esa novela olvidada, si se le ha acabado el tabaco, o el whisky, o los folios, y otra serie de preocupaciones –o deseos- tan ingenuos como inconfesables. Lejos le quedan al escritor los focos que iluminan al autor. En Dietario Voluble, Vila-Matas, citando a John Updike (no sabemos, por supuesto, si de manera apócrifa), se muestra convencido de que la obra escrita habla por sí misma, y se incluye entre los escritores que se sienten incómodos cuando se ven empujados a la fastidiosa promoción del producto, a ejercer de anuncios andantes y parlantes de sus libros. Es una manera de verlo. Hay muchas. Están los sociables (es una forma de entrar en contacto con los lectores), los resignados (no queda otro remedio), los pasotas (lo mismo les da hacerlo que no), los convencidos (no les importa llevar a cabo las tareas del autor, incluso les gusta), los envidiados (no sólo no les importa y les gusta, también se les da bien). Cada escritor busca su lugar y la manera de convertirse en autor.
Lo que parece cierto es que es un papel que el escritor parece abocado a interpretar por obligaciones del guión. Gajes del oficio. La pregunta es si uno puede negarse a interpretarlo sin abandonar la esperanza de ser leído. La respuesta parece depender de las razones que cada uno tenga para escribir y publicar, de si el escritor está dispuesto a pasar por todo lo que conlleva ser autor a cambio de que lo lean, o de que lo lean más. Fatuidades aparte.
Leo Mares
Y no es posible creer en la existencia de un ser híbrido mitad escritor y mitad autor?
Yo no sabría bien donde ubicarme, por eso apelo a las medias tintas en este caso.
Interesante post.
Un abrazo,
Ana Rosa
¿Es necesario andar siempre etiquetando?. ¿No podemos quedarnos solo con la obra y pasar muy mucho si la escrito un escritor, un autor o un lampista?. Cuando me planteé mi blog tenia claro el universo que quería abastar y por eso hube de explicar porque daba cabida a uno y a otro. A veces es imprescindible poner etiquetas pero otras veces me parece ocioso e innecesario. Slds.
Estoy de acuerdo en que las “etiquetas” son muchas veces ociosas e innecesarias (y añadiría algún adjetivo más), pero yo hablo de dos “estados” por los que pasa UNA misma persona (Dr. Jekyll y Mr. Hyde), en este caso un escritor, que deja de serlo cuando pone o quita la última coma en las galeradas y se convierte en autor cuando empieza a hablar a los demás de su libro. Slds.
Me ha gustado este texto aunque no estoy de acuerdo en todo.
Me parece que hoy hay escritores que se prestan al juego de autor durante unos meses… y luego escriben, se encierran a ello meses, años enteros. Hay excelentes escritores que son buenos relaciones públicas por lo que sea: es su carácter, pueden hacer el doble juego y tienen la fortaleza de decir “hasta aquí juego, y desde aquí escribo y que os den…”
No creo que un escritor tenga que ser por definición un ser que no se presta a la promoción, quizás, no sé, es una opinión, sí que debe amar la soledad -soportarla, buscarla, protegerla contra viento y marea- que requiere el tiempo de la escritura, que es muchísimo desde luego.
Una pregunta de los del cuento policial hablaba y hablaba quién lo narró