Desde que Mortadelo peinaba una recia melena y desde que Zipi y Zape no eran castigados diariamente por don Pantuflo a dormir en el cuarto de los ratones. Ese es, más o menos, el tiempo que llevaba sin leer un cómic/novela gráfica (como novato en este mundillo, no quiero ofender a nadie). ¿Qué me llevó a interesarme entonces por Avery’s blues? La música, sin duda. Una historia que habla de un joven negro dispuesto a vender su alma al diablo a cambio de que le convierta en el mejor bluesman tenía que leerla, independientemente del formato en que estuviese publicada. Y he de decir que el dibujo en este caso no sólo es estéticamente agradable, sino que además ayuda enormemente a trasladarte a los años de la Gran Depresión americana y, más específicamente, a la región del delta del Misisipi, una de las zonas donde el blues se abrió paso como forma de expresión de la población afroamericana, tan necesitada de una vía de escape en aquellos duros años.
La historia escrita por Angux e ilustrada por Núrica Tamarit está claramente influenciada por la leyenda existente en torno a Tommy Johnson (y tan habitual como erróneamente vinculada a Robert Johnson), de quien se cuenta que vendió su alma a lucifer a cambio de que le convirtiese en el mejor cantante de blues de todos los tiempos. En nuestro caso será Avery, un joven negro harto de una vida servil y miserable, quien firme un pacto bastante similar, pero en este caso el diablo es algo más rebuscado que con Johnson y le exige que le consiga un alma pura para cumplir su deseo; en caso contrario, se llevará la suya y sin contraprestación ninguna. Así que, cuando Avery se encuentra a John, un niño inocente, fruto de una familia alcohólica y violenta, decide llevarlo con él para sellar su pacto con el maligno. A partir de ese momento se nos contará la historia del viaje que llevan a cabo ambos para su encuentro con el demonio, bajo la promesa de la fama eterna.
Uno de los aspectos que más me ha gustado ha sido el lenguaje que ha escogido Angux para sus diálogos: seco, duro y plagado de tacos. Muy fácil de vincular a una época y a una población con pocos recursos y poco interés por el protocolo y los buenos modales. El racismo también está muy presente y los jóvenes protagonistas lo sufrirán en primera persona. En cuanto a las ilustraciones de Núria Tamarit, dentro de mi escasa experiencia como lector de cómics, debo remarcar que lo que más me ha impresionado ha sido lo bien que ha recogido los ambientes, tanto con sus dibujos como, especialmente, con la gama de colores utilizados. Las zonas áridas y los pueblos deprimidos de los años 30 se sienten muy reales.
Avery’s blues es una historia que se lee en apenas media hora y que deja ganas de más, ya que sus dos protagonistas tienen, en mi opinión, una personalidad lo suficientemente atractiva y compleja como para haberles dado algo más de recorrido. Pero, como dicen las abuelas, lo bueno, si breve, dos veces bueno y desde su brevedad este cómic cuenta con un par de giros argumentales que me gustaron y sorprendieron bastante y eso es algo que muchos libros no logran en tropecientas páginas. Y es que, a medida que avance el viaje, iremos conociendo como tanto Avery como el pequeño John tienen secretos muy bien escondidos…
Me atrae el libro, la verdad. aunque mi lista ya es muy larga, por uno más..¡apuntado queda!
besos
Es lo bueno y lo malo de estas fechas, que vienen muchos buenos libros a los que echarle el guante jaja. ¡Éste es de los que tiene que estar en la lista sí o sí!
¡Un beso!