El tema de las adicciones ha estado muy presente en la literatura, tanto como en la vida real, aunque, la mayoría de las veces nos pase desapercibido. Sin embargo, Ayúdame a salir, de Laila R. Monge, lo aborda desde la perspectiva del familiar del adicto, cuyo sufrimiento suele quedar en segundo plano, cuando no es directamente ignorado.
La protagonista de esta novela es Esther, una treintañera felizmente casada y con dos hijos maravillosos. Su pacífica vida se ve alterada cuando Mónica, su melliza, reaparece después de quince años sin tener contacto, para pedirle ayuda. Esa melliza que sus hijos ni siquiera saben que existe, porque Esther es incapaz de hablar de su pasado y de su familia. El regreso de Mónica hace que las heridas sin cicatrizar vuelvan a supurar y que las dos hermanas tengan que enfrentarse de nuevo a la adicción que separó sus caminos. Aunque, quizá, esta vez les sirva para unirse y para reencontrarse a sí mismas.
Ayúdame a salir muestra como asumimos con naturalidad la adicción, sobre todo al alcohol: en las fiestas y en las sobremesas, para festejar o para llorar las penas, como nexo social o como refugio en soledad. Y lo hace desde la mirada de ese familiar que avisa del peligro y que una y otra vez es desoído. Se nota que Laila R. Monge habla con conocimiento de causa. Como reconoce en la sinopsis, la novela está basada en hechos reales, de ahí que el sufrimiento traspase cada página, en ocasiones, en forma de impotencia, otras, en forma de coraje. Hace hincapié en que la persona que lucha por su ser querido no se libra de las secuelas del alcohol y hasta corre el riesgo de caer en su propia adicción: la de querer salvar a todos de los peligros que los acechan, a costa de olvidarse de sí misma y deteriorar su salud, sobre todo mental, como le sucede a la protagonista.
Ayúdame a salir no solo relata cómo el regreso de Mónica pone patas arriba la vida de Esther, haciendo peligrar todo lo que ha conseguido, sino que muestra los daños colaterales de las adicciones y derriba los prejuicios sobre las asociaciones de alcohólicos anónimos y la ayuda psicológica, tan necesarias para el que padece la adicción como para el que la sufre de cerca.
En las páginas finales, adjunta una lista de las asociaciones y centros de ayuda que existen en España, con direcciones, teléfonos y correos de contacto incluidos, lo que demuestra que esta novela realista tiene una clara vocación social, y además de ayudar a quienes sufren estas adicciones, desde uno u otro lado, abre los ojos en general a esas situaciones que vemos como normales y que, más a menudo de lo que imaginamos, desencadenan dramas familiares. Dramas que muchas veces se viven en silencio, con vergüenza o culpabilidad, y otras veces saltan a los medios de comunicación, cuando originan accidentes que afectan a terceros.
Como bien señala Laila R. Monge en la nota que cierra Ayúdame a salir, las adicciones son un problema de la sociedad en su conjunto: «Es el enfermo el que sufre las consecuencias. Son sus familiares los que lloran mientras buscan la salida. Es quien no tiene nada que ver, pero se cruza contigo en el peor momento. Somos todos».