Reseña del libro “Azami, el club de Mitsuko”, de Aki Shimazaki
“Me llamo azami y soy la flor que mece la noche. Llora, llora en mis brazos. Aún queda lejos el alba.”
¿De verdad somos tan diferentes de las personas que fuimos en el colegio? Esto es lo que se pregunta el protagonista de esta historia al encontrarse con un antiguo compañero y su primer amor, que no son como él esperaba que fueran al convertirse en adultos.
Nuestros sueños y aspiraciones, de pequeños, cambian a medida que crecemos, como también lo hacen nuestras prioridades y necesidades, conformando la persona en la que nos convertimos de adultos. Pero, en esencia, somos los mismos. ¿O creéis que cambian tanto nuestros valores y personalidades como para ser seres radicalmente distintos?
Esta es una de las preguntas que nos plantea esta breve, pero interesante y misteriosa novela editada por Nórdica. Los secretos que no revelamos también conforman lo que somos, aunque nos empeñemos en ocultarlos o nunca se descubran. Y puede ser una razón por la que seamos más atractivos y seductores a ojos de los demás, pero también una vía de escape de la realidad y una forma de desconectarnos de quienes somos verdaderamente.
Y este es uno de los motivos por los que se comete una infidelidad en la novela. Pese a amar a otra persona, uno de los protagonistas termina teniendo una aventura en la que apenas conoce a la otra persona, que hará que se replantee sus valores y lo que él pensaba sobre su vida personal y profesional.
Y, aunque esto no lo sabía, es muy interesante: la infidelidad por parte del hombre y el consentimiento tácito por parte de la mujer es algo común en Japón, y hasta se ridiculiza al que no tiene un amante. Esto me ha llamado la atención porque es muy diferente a lo que vivimos en la sociedad occidental, en la que la culpa, aunque no muchas veces el arrepentimiento, inunda a la persona infiel. También me ha sorprendido que allí sigue existiendo un tabú en torno a la sexualidad y el hecho de vivirla plenamente, algo en lo que aquí hemos ido evolucionando en las últimas décadas.
Con un estilo sencillo, plagado de diálogos, evocador y personajes no totalmente desarrollados, sino solo esbozados, esta novela me ha dado ganas de leer más historias de esta autora. Es tan interesante lo que se muestra como lo que está implícito, y el ambiguo final da mucho en lo que pensar: aunque creamos que conocemos bien a alguien, puede que no le conozcamos en absoluto, aunque este haya cambiado (parcialmente) nuestra concepción del mundo en el que vivimos, nuestras convecciones y nuestros valores. Cualquiera puede llegar a sorprendernos en el momento menos pensado, incluso nosotros mismos.