Baba Yagá puso un huevo, de Dubravka Ugrešić

Baba Yagá puso un huevoQuizá, quienes no conozcan a Baba Yagá, la portada y sinopsis de Baba Yagá puso un huevo, de Dubravka Ugrešić, no les deje claro de qué va este libro. Al menos, a mí me dio la impresión de que el elemento fantástico iba a tener mucho peso, pero no; se trata de una novela (o, mejor dicho, un cuento de cuentos) realista. Eso sí, cargada de simbolismo, aunque muchos lectores solo nos percatemos de ello cuando lleguemos al final.

La primera parte está narrada en primera persona por una escritora que regresa a su Bulgaria natal porque su madre, de ochenta años, ha empezado a perder la memoria. En ese momento, se invierten sus papeles: la que había sido cuidada en el pasado se convierte en cuidadora en el presente. Más tarde, la escritora viaja con Aba, una joven especializada en el folclore eslavo y amiga de su madre.

Tras esto, la narración pasa a tercera persona, pero sigue siendo esa escritora la que nos relata los hechos, esta vez, lo vivido por su madre y dos ancianas más en un spa especializado en tratamientos de longevidad. La obra da un nuevo giro en el tramo final, cuando es Aba la que toma la palabra para interpretar la historia de las tres ancianas desde el punto de vista del folclore eslavo. Y es entonces cuando los lectores que desconocíamos la figura mitológica de Baba Yagá —yo solo había oído alguna referencia— descubrimos la cantidad de simbolismos que se esconden en las historias que acabamos de leer. Y el pájaro negro de la portada, el huevo del título, el nombre de cada una de las partes que componen la novela, las peripecias, los pasados y las manías de las ancianas protagonistas adquieren sentido y múltiples significados.

Creo que, por todo lo que he expuesto hasta ahora, queda claro que Baba Yagá puso un huevo no es una novela al uso. Más que introducción, nudo y desenlace, se trata de historias donde lo importante es la forma de ser de las protagonistas, quiénes fueron y quiénes son, y, sobre todo, los temas de fondo: la vejez, la búsqueda de la longevidad y los estereotipos femeninos; elementos que se aúnan en la figura de Baba Yagá, uno de los seres mitológicos más importantes del folclore eslavo.

En Baba Yagá puso un huevo, Dubravka Ugrešić reinterpreta la figura de Baba Yagá e incorpora nuevos significados, y como señala el personaje de Aba en las últimas páginas, lo que nos explica solo es la punta del iceberg de todas las historias y simbolismos que hay alrededor de ella «y el iceberg son millones y millones de mujeres sobre las que, desde siempre, ha descansado y aún descansa el mundo».

Como demuestra su reivindicativo final, esta novela es un alegato feminista que habla de esas mujeres a las que han llamado brujas simplemente por mantenerse al margen de lo que se esperaba de ellas y que, por eso mismo, han sufrido y sufren los prejuicios de la sociedad e innumerables formas de violencia e invisibilidad.

Con una prosa cargada de ingenio e ironía, Dubravka Ugrešić pone en valor a todas esas mujeres y consigue que los lectores que poco o nada sabíamos de Baba Yagá quedemos fascinados por la riqueza de esta figura mitológica. Los que ya la conocían, en cambio, disfrutarán doblemente del camino, reconociendo las numerosas referencias y reinterpretaciones que hallarán en cada una de las páginas de Baba Yagá puso un huevo.

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