Babancho

Reseña del libro “Babancho”, de Antonio Luis Galán Gall

Babancho

La novela que hoy os presento cuenta ya con un prestigioso premio. Babancho, del ciudadrealeño Antonio Luis Galán Gall, resultó ganadora del VIII Premio de Novela Corta Tierras de León 2019, con un jurado compuesto por Luis Mateo Díez, Rogelio Blanco, Noemí G. Sabugal, Antonio Manilla y Emilio Gancedo.

Babancho es una de esas novelas que, cuando terminas de leerla, sabes que va a quedarse contigo durante mucho tiempo. Antonio Luis Galán Gall ha construido un relato emotivo, cargado de verdad y con un personaje protagonista tan auténtico que, como os decía, es imposible cerrar las páginas de este libro y pasar a otra cosa sin más. Santos Babancho, el personaje que da título a la novela, va a quedarse conmigo una buena temporada.

Y es que el realismo que envuelve la trama de esta novela y la construcción de sus personajes son casi mágicos. Me ha parecido una auténtica maravilla cómo Antonio Luis Galán Gall perfila los personajes del relato, cómo construye la estética de la historia, y cómo logra atraparnos en la narración consiguiendo que nos sintamos como un ciudadano más del pueblo que convive con Santos Babancho.

“Todos me llaman Babancho, aunque ellos no saben por qué. Yo, si alguna vez lo supe, ya lo he olvidado”. Santos Babancho, con su andar torpe, estando en el mundo pero sin estar en él, con sus ropas raídas y su rehala de perros es un mendigo al que todos conocen en el pueblo. Sus perros no tienen nombre, para no quererlos demasiado, pero cuatro le acompañan allá donde vaya. Cuando Santos Babancho había querido a alguien, siempre soñaba su muerte y luego sucedía. No ocurría lo mismo con los perros, por eso le gusta vivir con ellos. Tres Patas, Perrilla, Negro y Matón viven con él en una de las cuevas del castillo, a orillas de la laguna. Casi nadie se atreve a pasar por allí, tan solo los de la banda del castillo. El Sardinilla, al mando del indeseable grupo, es el único capaz de mirarle a los ojos. Una mirada cargada de fuerza que Babancho no logra descifrar bien.

Su vida transcurre de manera sencilla y monótona. Cuando despunta el día, Santos Babancho se asea en las aguas heladas de la laguna. Por la mañana, la Catalana le invita a entrar en su bar. Le ofrece café o vino. Después acude al convento de las Jerónimas donde recoge las primeras limosnas del día. Manolo, el de la tienda de ultramarinos de enfrente, le regala algo de comida antes de que este acuda al mercado, donde le ofrecen algo de comida para él y sus perros.

Además del nuevo cura, el padre Juan Tomás, solo hay otras dos personas en el pueblo que tocan a Santos Babancho cuando se dirigen a él. Don Daniel, el médico y don Arturo, el perito. Por eso son los preferidos de Babancho.

En esta rutina en la que transcurre la vida del mendigo, conocemos a algunos de los habitantes del pueblo. Una rutina que un buen día se ve interrumpida y que cambia la vida de nuestro Santos Babancho por completo. Un giro final el que narra Antonio Luis Galán Gall en las últimas páginas de su novela que encoge el corazón y zarandea nuestras creencias. Una bofetada de realidad que no veíamos venir, pero que se hace totalmente necesaria para completar esta historia.

¿Qué mas deciros? Babancho me ha sorprendido. Antonio Luis Galán Gall ha conseguido, de manera brillante, transportarme a esta historia, sentir compasión por Santos Babancho y sus perros, admirar a este hombre de férreas voluntades. 

Sin duda, os recomendaría una y mil veces esta novela. Es toda una experiencia el adentrarse en esta trama que, como lectores, no podéis perderos. La escritura de Antonio Luis Galán Gall es brillante en su forma y contenido y Babancho es la mejor prueba de su talento.

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