Baile con serpientes

Baile con serpientes, de Horacio Castellanos Moya

Baile con serpientes

Cuando recibe un puñetazo no se espera de él que se detenga en valoraciones sobre lo depurado de la técnica del golpeo o el ángulo de incidencia del puño sobre su cuerpo ni sobre el conocimiento anatómico del agresor a la hora de seleccionar el lugar a golpear. No se espera de uno que a continuación se dirija al legítimo propietario del puño que acaba de impactarle para decirle “permítame comentarle que su técnica es admirable, posee usted un don natural para el uppercut”. No obstante, si el puñetazo es literario, y este Baile con serpientes lo es en toda regla (especialmente las partes primera y última, las narradas en primera persona por el protagonista), y el golpeado es reseñista, se espera de él que recupere el resuello y diga unas palabras sobre lo impecable de la golpiza. Así que aquí vamos.

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Personalmente hubiese preferido un inicio algo más sosegado, pienso que un comportamiento como el del protagonista de estas páginas requiere de una cierta explicación previa, de una cierta profundización psicológica que permita comprender semejante cambio repentino de actitud en un ciudadano básicamente normal que de repente se mete en una espiral violenta que él mismo provoca sin que entendamos muy bien porqué. Habría sido un detalle que uno pudiese hacerse a la idea e ir a por el quitamanchas antes de que la sangre le salpicara la camisa, se la empapara de hecho. Sin embargo, esta inmediatez en la acción no es negativa en el conjunto de la trama. Al contrario, ayuda a imprimirle el ritmo trepidante a este Baile con serpientes que es uno de sus principales atractivos.

Baile con serpientes no es una novela policíaca aunque haya crímenes, que los hay, sospecho que en el segundo plano de lectura, ese que acecha tras las muertes y el ritmo narrativo, se esconde el verdadero quid de esta breve novela, a saber, el hecho de que una ciudad se vea de repente acosada por unas serpientes asesinas que siembran el pánico entre la población causando decenas de víctimas es para las autoridades menos importante que el hecho, puramente casual, de la identidad de alguna de esas víctimas, porque hay víctimas de primera y de segunda categoría, pero sobre todo es destacable que el hecho de que el pánico conquiste la residencia del presidente y haga huir al gobierno de forma no del todo decorosa alegra a gran parte de la población que no se recata en brindar públicamente por el asesino agradeciéndole el ridículo que en el que hizo incurrir a sus mandatarios.

Añadir que Baile con serpientes, como su propio nombre indica y perdón por la redundancia, es una novela con serpientes, y no se a ustedes, pero a mi los reptiles en general y las serpientes en particular me dan bastante grima, creo que de hecho es una de las fobias más comunes entre los humanos después de las arañas, y hay que reconocer que el autor, Horacio Castellanos Moya, gestiona con maestría ese miedo atávico que inspiran estos animales, porque consigue impregnar la novela con él y convertirlo en uno de sus principales atractivos. Hay escenas protagonizadas por ellas en las que conviene concentrarse en mirar el papel y los caracteres impresos para no perder de vista que se trata de una novela y hacer un esfuerzo titánico para no visualizar lo descrito, que las autoridades sanitarias previenen contra los sudores fríos y el repelús.

Aunque es un veterano con muchas obras publicadas a sus espaldas, no conocía a este interesantísimo autor que es Horacio Castellanos Mora, quien no sólo consigue imprimir un ritmo trepidante a este Baile con serpientes, con un gran sentido del humor y un estilo original, sino que también logra un texto magnético, de esos que se leen de una sentada no por su corta extensión, sino porque no se puede dejar de leer. Y también es de esos que dicen más de lo que escriben. Todo un descubrimiento.

Andrés Barrero
andres@librosyliteratura.es

2 comentarios en «Baile con serpientes»

  1. Personalmente, la fobia a las serpientes ocupa un lugar mucho más destacado en mi clasificación que el que les tengo a los arácnidos. Sin embargo, tu reseña no la ha acrecentado, sino todo lo contrario: me ha creado una filia respecto a este libro. Y eso es de agradecer.

    ¡Abrazos!

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  2. En una de mis otras vidas paralelas fuí guía del zoo, llevaba a colegios, jubilados, empresas y, en fin, todo tipo de seres humanos, por todo el zoo y una de las paradas casi obligatorias era el pabellón de serpientes, arañas y, por decirlo técnicamente, bichos raros que dan grima, así que los tenía muy vistos. Fobia no les tengo, pero algo de mal rollo sí me dan, y una vez que iba paseando con un ahijado y nos cruzamos con un cuidador de serpientes al que conocía y que llevaba, casualmente, una pitón al cuello, se acercó a nosotros y le puso la serpiente encima al niño, le hicimos unas fotos y le agradecí el detalle, pero pasé un rato, digamos, comprometido. Todo lo que podía pensar era, ¿cómo le explico yo ahora a su madre que una pitón ha estrangulado a su primogénito? Pero no pasó nada, el crío lo pasó estupendamente y yo conocí la grima. Un día redondo.
    Y después de la batallita, creo que el libro te gustará, es francamente original.
    Gracias y un abrazo

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