Batman – Houdini: el taller del diablo, de Varios Autores
Una de las cosas que más me apasionan del mundo del cómic es la capacidad de los autores de meternos en historias tan imposibles como entretenidas. Pocas veces me he encontrado con argumentos tan enrevesados o imaginativos como los que aparecen en esa gran combinación de imágenes y textos que son las novelas gráficas – más, si cabe, si se trata de superhéroes, donde parece que toda la veda está abierta y que la posibilidad de ampliar la imaginación es infinita -. Así como Marvel tiene sus What if…?, DC tiene en su haber su sección Otros mundos donde algunos de los héroes más conocidos de su universo pueden verse inmersos en historias que tienen mucho que ver con la realidad, al mismo tiempo que se unen con el imaginario que hay detrás de hombres encapuchados o murciélagos gigantes que son el terror de las calles de la propia ciudad. Puede que, en algunas ocasiones, estas extrañas simbiosis hayan protagonizado algunas de las historias más bizarras habidas y por haber, pero en este ocasión, como por arte del escapismo más conocido, estamos ante un argumento interesante, ante un contexto en el que uno de mis héroes favoritos – Batman – se dará la mano con uno de los personajes reales más conocidos del mundo, de un mundo muy concreto que a todos apasionó en su momento, y que aún hoy sigue creando expectación todo lo que tenga que ver sobre su persona. ¿Que me diríais si os dijera que estáis a punto de ver una historia donde la fuerza del caballero oscuro y la astucia de Houdini se unen para luchar contra las eternas fuerzas del mal? ¿Interesante, verdad? Pues todavía no habéis visto nada.
Uno de los aciertos a la hora de adentrarnos en este cómic no es otro que pensar que el verdadero protagonista no es el hombre murciélago sino el contexto que le rodea. Sí, es cierto, él aparece y nos muestra de nuevo su osadía a la hora de resolver los peores crímenes que asolan las ciudades, pero en este caso lo más importante son esas sombras que cercenan cabezas y que se están llevando a niños pequeños que desaparecen sin dejar rastro. Y en todo ese entramado de violencia, se encuentra uno de los mayores artistas que han habido: Houdini. Quizá fuera por ese sólo motivo por el que decidí abrir este cómic, Batman – Houdini. el taller del diablo y caminar junto a dos de los hombres que más dobles caras tenían. Pero a su vez, como hijos del tiempo que somos, uno se da cuenta que la Historia forma parte de esta novela gráfica, ya que en ella aparecen muchos otros protagonistas que recordaremos de textos ya leídos, de simples anecdotarios o de notas al pie de página que marcaron un antes y un después desde su nacimiento. No diré cuáles, lo mejor es que los descubran, pero desde luego uno entiende que lo que está leyendo es una obra muy bien terminada, muy bien orquestada, aunque como sucede siempre en este tipo de lecturas, se haga corta, se termine como si hubiéramos asistido a una novela corta que no nos da todos los detalles sino que nos proporciona la base del guión para que nosotros pongamos el resto.
Batman, al que siempre he idolatrado como uno de los mejores héroes – malditos, pero héroes al fin y al cabo – nos demuestra en esta historia que basta una sola aparición suya para que sepamos de lo que estamos hablando, que sepamos lo que estamos a punto de descubrir, y además con un juego de sombras y luces que hacen que su compañero, en este caso Houdini, casi brille más que él, uniendo esa idea que comentaba al principio que es el contexto histórico el que lleva el peso de una historia que podía haberse quedado en un simple ensayo – error, pero que convierte a Batman – Houdini: el taller del diablo en una buena historia, un entretenimiento puro y duro que lleva con sus dibujos cercanos al estilo de los cuadros, para llegar a un final no por esperado menos soberbio y que nos devuelve, con todo lo leído antes, ese humor en ocasiones retorcido que se encuentra en las historias del caballero oscuro y que tanto atormentan a su personaje. Una buena historia, un acierto que llevarse a las manos, sin más pretensiones que pasar un buen rato, para conocer cómo sería, en otro mundo, uno de los personajes más conocidos del mundo comiquero.