Tenía ganas de volver a encontrarme con el Caballero Oscuro. Hacía ya bastante que no sabía nada de él y me tenía preocupado. Ni una llamada, ni un mail, ni un triste whatsapp con algún ridículo emoticono de un murciélago alicaído y bocabajo (que no es lo mismo…) Y Jim, lo mismo. No tenía ni idea de por donde se metía nuestro común y siempre triste amigo.
Hasta que un buen día recibo por mensajería un paquete de un tal Wayne, sin dirección y con una tarjetita que dice “Sé que lo estabas esperando”. Y bueno, sí, lo estaba esperando, pero esas no son formas, don Murciélago. No lo son.
En fin. El paquete era este Batman. Sin miedo que devoré a pesar de ser un tomazo con sus buenas 320 páginas. Una historia en la que Batman se las tiene que ver con un nuevo villano. Un tal Zeiss. Un tipo de apariencia algo estrafalaria que gracias a una cirugía experimental tiene visión y reflejos aumentados y que ha estado vigilando los movimientos del señor de la noche, pues es capaz de memorizarlos, reproducirlos y anticiparlos, convirtiéndose así en un luchador a la altura de Batman. De hecho, algo así viene a decir en el primer diálogo entre los dos:
–¿Quién eres?
–¿Verdad que te gustaría saberlo? Como poco, soy igual que tú.
(Sí, bueno, ya le gustaría…) Pero como en la mayoría de las historias del protector de Gotham, el villano no es el único ingrediente. Hay detrás una historia, una trama detectivesca a la que seguir el hilo, (para eso Batman es el mejor detective), que nos hará remontarnos hasta la tierna y sombría infancia del señorito Wayne. Por las páginas de Batman. Sin miedo, desfilan un tropel de personajes: la mafia, el Pingüino, Deadshot, Lex Luthor, un alien, Superman que hace un cameo, la guardaespaldas de Wayne… (y que me tenga que enterar aquí de que el tal Wayne es el dueño del Daily Planet… ¡Manda huevos!)
La historia es muy atractiva y el ovillo se va desmadejando poco a poco, con deleite y con mucho interés hasta llegar al desenlace. Además el argumento se ve salpicado de vez en cuando por interrupciones y apariciones inoportunas (ese trasunto de Joker) que provocan accidentes y/o muertes que destrozan planes o encuentros al igual que, en la vida real, tenemos nuestras coincidencias desafortunadas.
Hay también espacio para pequeños descansos narrativos que se integran muy bien en este tomo, como el episodio de los jóvenes que quieren grabar un documental sobre Batman y despejar así la duda de si realmente existe o si es tan solo una leyenda:
“Todo aquel que debe saber que soy real, ya lo sabe… Y a los demás, ¿no les estoy ayudando igualmente, lo sepan o no?”
En resumen, es un cómic disfrutable que gustará a cualquier batmaníaco. No obstante, no puedo callarme dos peros. El dibujo no me acaba de convencer, salvo la parte en la que aparece Luthor. Ahí cambia el dibujante y se nota para mejor.
Por otra parte, el final, lo que debiera ser el clímax, me ha parecido algo flojillo y siento que el villano ha sido algo desaprovechado. No sé. Tal vez esperaba algo más espectacular e iba con demasiada expectación.
Sea como sea, el resultado global es que estamos ante un buen cómic que entretiene y enriquece un poco más la mitología del murciélago.
Un cómic que no puede faltar en la estantería de ningún batmaníaco.
Gracias por el envío, señor Wayne. Lo he disfrutado mucho.