No cabe duda de que Emma Riós es buena. Muy buena. Me lo demostró en I.D. y ha vuelto a hacerlo, o mejor dicho lo hizo antes, ya que el cómic del que hoy hablamos es anterior a I.D. y esta vez solo se ocupa del dibujo.
Supe hace tiempo que había un cómic llamado Bella Muerte y, aunque me llamó mucho la atención la portada y el color, no investigué más y su nombre se perdió en el olvido junto con todas esas lecturas que mentalmente te anotas y te dices a ti mismo que tienes que informarte sobre ellas pero que finalmente no llegan a leerse. Y claro, anotar mentalmente es una auténtica mierda. No te queda otra si no tienes a mano móvil o papel, y ese fue el caso.
Pero va, venga, vamos a perdonárnoslo. Mejor tarde que nunca. Tiempo después aparece I.D. y vuelvo a ver el título Bella Muerte asociado y, ¡coño!, esta vez no te me escapas. A ver de qué vas… Una mezcla de The Sandman y Predicador. Me froto los ojos y vuelvo a leer. Una mezcla de The Sandman y Predicador. ¡No puede ser! Si justo esas dos obras fueron, ya os he rayado con esto alguna vez, las que me iniciaron en esto del cómic en serio. The Sandman la primera, la obra maestra que adoro y tengo en mi propio altar. ¡Qué extraño que la primera que leí fuera justamente esa, la mejor!, pero así son las cosas de la vida. The Sandman, obra que nunca me he atrevido a reseñar ni lo haré, porque ni sabría cómo empezar ni le haría la justicia que se merece.
¿Y bien? ¿Es cierto? ¿Es lo que dicen, preguntaréis? Pues, una vez leída puedo decir que sí, que tiene algo de los cuentos oscuros tan del gusto de Gaiman, y que incluso uno de los personajes es el de la propia muerte (aunque esta vez no es una atractiva morenita). Sí, podemos hacer una ligera, ligerísima, comparación con el cómic protagonizado por Morfeo. Lo que desde luego no se puede decir es que haya algo de Predicador en Bella Muerte porque, mira, no, lo tomes como lo tomes, no lo hay por ninguna parte.
Bella Muerte es un cómic… PRECIOSO. Así, en mayúsculas y negrita porque no encuentro adjetivo más acorde, glorioso ni majestuoso. ¿Preciosísimo, preciosérrimo…? Y lo es en todos los sentidos. La historia, el dibujo, el color, los personajes, la forma de contársenos las cosas y el hecho de no contarnos otras, las introducciones a los capítulos con el conejito y la mariposa… Por algo tuvo cuatro nominaciones a los Eisner en 2014 (mejor guionista, mejor ilustradora y portadista y mejor colorista –este último acabó llevándoselo-).
¿Y qué sucede en este tomo? Como digo, el inicio es muy de cuento. Una hermosa joven es encerrada en una torre porque su marido es muy celoso. La joven irá apagándose poco a poco hasta que recibe la visita de Muerte, quien, en lugar de matarla, se enamora de ella y tienen una hija. Muerte también tendrá a la joven prisionera, esta vez en un lugar en medio de la nada. El amor de Muerte por la joven le ha cambiado tanto que aborrece su trabajo y no vuelve a matar. La hija de Muerte y Bella, crecerá odiando tanto a su padre como al hombre que encerró a su madre y emprenderá un camino que lleve a la destrucción de ambos.
¿Muy de Gaiman, no?
Ah, y que no se me olvide, todo esto sucede ambientado en el oeste, a modo de western nada al uso.
Argumentalmente impecable y técnicamente perfecto. Este es el primero de los cuatro tomos previstos, y cada uno de ellos estará dedicado a un personaje.
Quedan interrogantes sin resolver que no sabemos si se despejarán en el futuro o no, pero ese es otro de los atractivos de este cómic, el cerrarlo, repensar lo leído, buscar esas cosas que no nos han quedado claras, releer y sacar nuestras propias conclusiones.
La he gozado como un enano, como hacía tiempo que no disfrutaba un cómic. Por favor, hacedme caso, no lo anotéis mentalmente, coged papel o móvil y hacéos con Bella Muerte como sea. Matad si es necesario, pero leedlo porque es un cómic indispensable, de lectura obligada, una obra de arte de principio a fin. Os lo digo de corazón. No exagero.
¡Gracias, Astiberri, por editar tantos buenos cómics y además por hacerlo tan bien!