El cyberpunk es ese subgénero de la ciencia ficción que siempre se ha llevado toda mi atención. El motivo no es otro que esos mundos futurísticos y distópicos en los que se sucede una extraña paradoja: el ser humano vive hacinado en megalópolis, que por las noches se iluminan con miles de millones de luces de neón, en las que la tasa de pobreza es elevadísima, pero a su vez, esos ciudadanos prefieren gastar sus pocos ahorros en alta tecnología; aunque eso signifique pasar un tiempo sin nada que echarse a la boca. Una tecnología que forma parte de la gente, siendo más una forma de vida que una simple frivolidad. Es por ello que todo el mundo anda loco por hacerse con todo tipo de chips que pueden ser insertados directamente en el cerebro o extremidades cibernéticas para dotar de más fuerza al sujeto; operaciones en ocasiones llevadas al extremo y que pueden crear monstruos de carne, hueso, acero y cables. La tecnología también está presente en forma de inteligencias artificiales que en ocasiones guían las vidas de los humanos y en ordenadores de gran potencia que son utilizados por hackers que buscan derrocar mandatarios, delinquir o evadirse del mundo real. Toda esta ensalada de ficción hay que aliñarla con gobiernos totalitarios que son manejados por corporaciones y que imponen la ley por la fuerza, algo que al final siempre crea caos y anarquía en las calles. ¿A quién no podría gustarle todo este batiburrillo? ¿Quién no disfrutaría con las situaciones que pueden llegar a darse en un mundo que es a la vez tan diferente y parecido al nuestro? El manga que hoy nos ocupa, y haciendo honor al canon del buen cyberpunk, tiene una mezcla equilibrada de todas las particularidades anteriormente mencionadas además de alguna que otra grata e inesperada sorpresa.
Biomega: The Ultimate Edition 1 de Tsutomu Nihei empieza con una expedición a Marte. Es el año 3005 dC y hacía siete siglos que no se enviaba una misión tripulada al planeta rojo. Los expedicionarios saben que las colonias humanas que allí se asentaban ya no existen: un incidente las borró del mapa. Así que es toda una sorpresa para ellos encontrar a una mujer sana y salva, sin traje espacial vagando por una de las estaciones que se encuentran en ruinas. Este hecho se convertirá en el inicio de una concatenación de acontecimientos que acabará con una infección terriblemente virulenta en la tierra. Los humanos se convierten en seres denominados como drones (algo similar a los muertos vivientes que tantas veces hemos visto en las películas) debido al efecto del virus N5S. La humanidad se encuentra al borde del abismo. Zoichi Kanoe un agente de Industrias Pesadas Toa es enviado con una única misión: buscar a alguien adaptado al virus para salvar a toda la raza humana.
Es inevitable pensar en Blame! cuando se habla de Biomega, porque el autor es el mismo y porque lo que se narra es en cierto modo similar; como lo son en apariencia todas las guerras, todas las revoluciones o todas las civilizaciones que se han alzado para luego sucumbir. Hay que acercarse más y analizar con detenimiento para descubrir todas esas disparidades que hacen a cada cómic único. Si bien es cierto que en más de una ocasión os encontrareis pensando en si Biomega es una precuela de Blame! debido a la aparición en ambos mangas de Industrias Pesadas Toa, de armas similares y de un mundo postapocalíptico; aunque en este caso los escenarios sean algo menos claustrofóbicos.
Si hay una palabra que defina a Biomega esta sería espectacular, aunque molón o acojonante también cumplirían. Todas ellas harían referencia sobre todo al apartado visual, el cual se lleva todo el peso de la narración. Nihei vuelve a crear un dibujo en ocasiones sucio, abocetado (aunque mucho menos que en Blame!) en otras muestra rostros de trazo impoluto, limpios de sombras y de belleza arrolladora; rostros que son la contrapartida de los monstruos y aberraciones semihumanas que se arrastran por las páginas y que cargan con sombras, oquedades de luz y trazos enloquecidos. Los diseños de personajes, escenarios o vehículos (esa moto… la moto de Nihei, que recuerda tanto a la de Kaneda… soñareis con ella, la querréis, la necesitareis. ¡Pedidla para navidad coño!) os dejaran con la boca abierta, y más cuando todo se ponga en movimiento. Y es que el dibujo de Tsutomu Nihei parece cobrar vida en cada viñeta, debido mayormente a una composición que es similar al storyboard de una película. No es difícil imaginarse escenas a cámara lenta (Zoichi disparando a una veintena de agentes de la DRF), situaciones de velocidad endiablada (la lucha sobre el tren bala o contra los aviones a reacción) o esos momentos en que te ahogarás en tu propia adrenalina al igual que un borracho lo hace en su propio vómito (Zoichi intentando eliminar trece misiles balísticos intercontinentales).
Biomega: The Ultimate Edition 1 editado por Panini Cómics es un seinen de ciencia ficción con excitantes sobredosis de acción. Personajes, escenarios o artilugios, todo forma parte de una abrumadora coreografía que utiliza la imagen como principal lenguaje para contarnos la supervivencia de la raza humana en un mundo que no le es favorable. Incluso el oso, ese oso que camina sobre dos patas y habla, cumple un importante cometido en todo este tinglado. Qué narices pinta un oso en todo esto, te debes estar preguntando. Ven y averígualo.