Blood Heir: La princesa roja, de Amélie Wen Zhao

Blood Heir La princesa rojaCuenta la leyenda que hubo un miembro de la familia real del zar Nicolás II que sobrevivió al ataque de los bolcheviques. Ese miembro fue Anastasia Romanov. 

¿Quién no conoce su historia? Yo, de hecho, recuerdo perfectamente la película de Disney que se hizo sobre ella en los 90. Lo que no sabía es que existían retellings sobre la Gran Duquesa de Rusia. Lo desconocía hasta que encontré la novela Blood Heir: La princesa roja, de Amélie Wen Zhao. Mi curiosidad aumentó después de leer la sinopsis y al final me vi atrapada dentro de toda la historia.

Historia original, oscura y fascinante que nos traslada a una Rusia alternativa de monstruos, sangre y venganza donde una princesa fugitiva, acusada del asesinato de su padre, lucha por sobrevivir, ser ella misma y destruir al verdadero asesino. Anastacya Mikhailov es nuestra protagonista, la princesa del Imperio cyrilio. Pero tiene una característica especial: es una afinita, una persona con un poder especial y una «afinidad» con la sangre. Lo malo es que no es capaz de controlar su poder, más bien él la domina a ella.

Aun así, Ana es una de las afinitas más poderosas que existen, solo que para conseguir la venganza y la justicia que busca deberá aliarse con un estafador perspicaz, mentiroso, embaucador y traicionero: Ramson Lenguaraz. Entre ellos se establecerá una relación necesaria, pero llena de desconfianza. Y aunque en un principio parecen ser muy distintos el uno del otro, descubrirán que persiguen un objetivo común y que son más similares de lo que creen.

Como veis, ser afinita y princesa en este mundo no son cosas compatibles. Al menos para su padre, que ve en ella a un monstruo y, ante todo, desea eliminar ese defecto de su hija. Por eso, si eres parte de la realeza y posees algo que te diferencia del resto, ese «algo» debe ser destruido, erradicado. Anastacya lo sabe y a lo largo del libro recuerda constantemente que su padre intentó «curar» lo que era, quién era, aquello que la caracterizaba para que volviera a ser una chica «normal».

Pero, ¿qué pasa cuando tú misma huyes de tu don? ¿Del poder que la naturaleza te ha dado? Como si de una maldición se tratase, la propia Ana se ve a sí misma como un monstruo. Diferente, repudiada. Pero, ¿por qué? ¿No debería estar a gusto con lo que solo ella puede hacer? Pues no, no es el caso. Porque la sociedad le ha hecho ver que no está bien ser diferente, ni hacer cosas que los demás no saben ni pueden hacer.

Una sociedad repugnante y desagradable donde el tráfico de personas con poderes especiales está a la orden del día. Un tema, el de la explotación y prostitución de la magia, al que la autora ha dado voz y que me ha gustado especialmente.

De hecho, considero que esta sociedad no se aleja tanto de algunas sociedades actuales de nuestro planeta en las que hay mujeres que son utilizadas para explotar su belleza y sexualidad. Lamentable, pero real.

En conclusión, esta novela, primera de una trilogía que promete mucho, está magistralmente elaborada, con un rico e innovador vocabulario, unos personajes perfectamente diseñados y un mapa preciso y concreto que nos orienta en todo momento para no perdernos dentro de las diferentes ciudades y terrenos.

Una historia original y devastadora, dominada por los engaños, los secretos, las mentiras, el miedo y la sangre. Sobre todo la sangre. Una historia que nos hace preguntarnos si realmente los monstruos son como nos han dicho, terribles, sin sentimientos, máquinas de matar cuyo destino es morir a manos de los valientes, de los héroes. Héroes que defienden a las princesas y aniquilan a los monstruos.

Pero, ¿y si la princesa y el monstruo se funden en uno solo? ¿Y si en realidad los monstruos son seres sensibles, incomprendidos y despreciados por una sociedad que no les ha dado la oportunidad de escucharles y de entenderles? ¿Tenemos derecho realmente a llamarlos así? El desconocimiento, la envidia, el miedo a que nos superen y nos eliminen ellos a nosotros nos lleva al enfrentamiento y a la marginación. Pero lo que no se nos pasa por la cabeza es convivir todos juntos en paz y armonía.

Por eso mismo Amélie Wen Zhao ha tenido que escribir Blood Heir: La princesa roja, para invitarnos a reflexionar y a aprender de nuestros errores. Pero sobre todo, para entender a los monstruos que habitan entre nosotros y dentro de nosotros mismos.

 

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