Breve historia de siete asesinatos, de Marlon James
Todas mis reseñas tienen banda sonora propia. Esa es la verdad, no sé escribir de otra manera. Pero es difícil hacerlo con Bob Marley sonando en algún rincón de mi cabeza. Marlon James lo sabe. Tiene que saberlo. Su Breve historia de siete asesinatos, al menos, fluye como una melodía. Su voz, rota y grave, es la de un cantante de jazz. Su ritmo es el ritmo acompasado y distendido del reggae, pero también el de una balada, con ese poso triste que dejan ciertos domingos por la tarde en invierno. A veces lo interrumpe una canción de rock. A veces, de metal. Es la batería la que golpea. Y la canción se prolonga entre sus páginas. Pap-pap-pap. Dispara.
No es fácil esquivar todas las balas. Cincuenta y seis, para ser exactos. Aunque en ocasiones ocurre que sobrevives. Pongamos, si no, que es 3 de diciembre de 1976, dos días antes del concierto por la paz de Bob Marley en Jamaica, y siete asaltantes irrumpen con pistolas en su casa en medio de un ensayo. El propio cantante, su esposa y su mánager resultan heridos. Pero el concierto no se suspende. “La gente que está tratando de hacer este mundo peor – declararía Marley después- no se toma ni un día libre, ¿cómo podría tomarlo yo?”.
Precisamente de la gente, esa gente de la que habla el cantante, es de lo que escribe ahora Marlon James en Breve historia de siete asesinatos, que de breve, por suerte, tiene poco. Allí, el escritor jamaicano desciende a los infiernos de su país natal para indagar sobre este suceso que podría haber cambiado la historia política y social de Jamaica.
Es así como, a partir de los ecos de sus carismáticos personajes, que pelean por sobrevivir, construye, o reconstruye más bien, una trama irresistiblemente compleja. Su relato va mucho más allá de lo anecdótico y de las escenas de acción tan brillantemente ejecutadas, trasciende a la figura de Bob Marley, y se asienta sobre el complicado entramado político que se vivió a partir de los años setenta en la isla caribeña, sobre su corrupción y las conspiraciones, así como sobre las repercusiones y las consecuencias que tuvieron después aquellos actos.
Premio Booker 2015 a la mejor novela del año de habla inglesa, su novela es una novela coral, un mosaico de voces en primera persona orquestado en torno –antes, durante y después–, a ese 3 de diciembre, y a partir del cual la narración irá creciendo en una onda expansiva hasta generar una historia mayor.
Marlon James bucea, escarba y remueve las mentes de estos agentes de la CIA, delincuentes, matones, traficantes, políticos, periodistas y amantes que se dan cita fuera y dentro de las calles de Kingston en medio de una oleada de violencia digna de las mejores novelas negras. Su lenguaje –traducido con el buen hacer de Javier Calvo– es el de la calle. Como las balas. Perturbadoramente violento y lírico, directo y al corazón. O al menos, igual de fulminante.
En esencia crítico, a ratos irónico, Breve historia de siete asesinatos tiene además ese trasfondo real y social que hace que a veces su tono adquiera cierta dureza. Ya lo decía uno de sus personajes. “En Jamaica si algo no es verdad tampoco anda lejos de serlo”. Y lo cierto es que resulta auténtico. Como Bob Marley. En algún lugar de mi cabeza suena Redemption Song. Pero también como Marlon James.