El plus que tiene leer, viviendo en Europa, es que las historias que uno disfruta y aprende, luego pueden ser visitadas. 27 años viviendo en Argentina y leyendo tanto, hicieron que acumulara cientos de lugares a mi lista de destinos a conocer in situ y así pude disfrutar de Roma y su Foro, donde imaginé las idas y vueltas de la política en plena calle, o su imponente Coliseo, en el que no fue difícil volver a ver a los gladiadores dejándose la vida en la arena; así, también, pude caminar por Sevilla y estar a escasos metros del sitio en el que alguna vez estuvo detenido el hombre que escribió El Quijote, o ver la Torre Eiffel sin dejar de pensar que en ese mismo lugar en el que me sacaba fotos con mis padres, alguna vez estuvo un Hitler sonriente posando para las cámaras tras invadir la capital francesa; y por supuesto, en medio de una emoción profunda, caminé por el campo de concentración de Auschwitz, en Polonia, en medio de una nevada, sin dejar de comprender el dolor de aquellas pobres víctimas del holocausto. Y así, podría mencionar muchos otros lugares. Es que leer es un vicio sano que, en lugar de enfermar la mente y el cuerpo, lo abre en pos de nuevas experiencias y gracias a los vuelos low cost uno no puede menos que seguir leyendo y viajando. Mi próximo viaje, sin lugar a dudas, me llevará a conocer las antiguas tierras del mítico y real Rey Arturo.
Todos alguna vez escuchamos hablar del Rey Arturo, su famosa espada y, claro está, su mesa redonda, donde los caballeros medievales se sentaban para debatir sobre los asuntos importantes del reino. Yo era uno de los tantos que escuchamos y leímos sus épicos relatos, pero, tal vez como muchos otros, llegó el día en que me pregunté cuánto había de verdad y cuánto de mito en la historia del Rey Arturo; y buscando libros interesantes para saciar mis dudas, me encontré con la colección “Breve historia” de la editorial Nowtilus y específicamente con Breve historia del Rey Arturo de Christopher Hibbert
Bajo una excelente edición, maquetación y contenido, que incluye fotografías que ayudan a seguir la historia, el autor desmenuza la vida y obra del Rey Arturo alternando capítulos en los que se encarga del personaje mitológico y capítulos en los que se intenta poner de manifiesto al personaje real, pese a que muchas veces la delgada línea entre realidad y ficción resulta casi imposible de separar.
Me resultó interesante descubrir que la construcción del personaje mitológico del Rey Arturo, aquél monarca idealizado, tuvo más que ver con la necesidad inglesa de poseer alguien importante y perfecto en el que cimentar su historia y al mismo tiempo a través del cual superar la etapa romana en la isla y resaltar el valor y la resistencia de los pueblos abandonados ante el posterior avance e invasión de los anglos y sajones; muchas fuentes indican que el Arturo real podría haber sido un jefe guerrero que utilizó tácticas romanas para resistir largo tiempo el sin embargo inevitable triunfo sajón.
Para confirmar al Arturo real, bastante alejado del mitológico, el autor detalla todas y cada una de las menciones directas o indirectas (textos históricos, excavaciones arqueológicas) existentes y a través de ellos, ya en el final del libro, logra conformar una más que aceptable biografía del Arturo real. No obstante, Breve historia del Rey Arturo no deja de lado al Arturo más famoso, el mitológico, y a todo su mundo, ese que incluye no solo al Rey Arturo, sino también a su mítica espada Excalibur, al Mago Merlín, a los Caballeros de la Mesa Redonda, los torneos y por supuesto al reino de Camelot. Christopher Hibbert, detalla, además, los lugares actuales de Inglaterra en los que según los estudios arqueológicos, podrían ubicarse los lugares famosos de la mitología artúrica, como por ejemplo Camelot, que se asocia con el castillo de Cadbury, en Somerset.
Y como vivo en Inglaterra y el viajar es un placer, allá iré, a seguir los pasos del mítico y real Rey Arturo, “el único y futuro Rey”