Hay nuevo libro de Pedro Mairal. Después del gran éxito que cosechó con La uruguaya, uno de esos libros que no sé si todo el mundo ha leído pero del que si hablas con alguien siempre le suena, vuelve Mairal con nueva editorial (sello y grupo) y nuevo género: Destino y cuento. Breves amores eternos, recopilación de una veintena de cuentos del argentino y que no sé si ha sido más un juntar cuentos antiguos para hacer un nuevo libro de un autor que tira o si, como debiera por cómo se vende, ha sido una creación nueva, es lo más nuevo de Pedro Mairal. Y voy a hablar un poco de él.
Como digo, tengo la sospecha de que este libro ha sido más un recurso editorial para tener algo nuevo de un autor que está, como diría un buen amigo mío, con la flechita para arriba, que algo verdaderamente nuevo que Mairal haya hecho especialmente para su entrada en Destino. Tampoco sé si es que ha escogido Destino para publicar estos cuentos sin dejar de lado a Libros del Asteroide para sus novelas. O si ha sido Destino (Planeta) que ha ido con el talón por delante. Así que no comentaré sobre ello.
Sí comentaré sobre el libro, que está formado por un poco más de veinte cuentos y estructurado en dos partes. Ya de primeras la estructura está cogida un poco por pinzas, lo que agrava esa sospecha que comentaba antes. Me explico: hay dos partes, Breves amores eternos y Hoy temprano. En Breves amores eternos sí que todos los cuentos que lo completan tienen un hilo común, el sexo, el “coger” como vía de escape de un torbellino de vida en caída que parece ser la obsesión, y/o el pozo inevitable, de todo personaje de Pedro Mairal. Aquí nos encontramos de todo, desde una pareja de jóvenes que lo hacen en la habitación de invitados de la casa de ella, a escondidas de su padre (como aquella Aquí no podemos hacerlo de Los Rodríguez), y que al final este los pilla porque el baño se ha embozado con los condones que estos han ido tirando durante los cuatro años de sexo oculto e ininterrumpido, hasta un hombre que lo hace con una prostituta giganta mientras alguien (él se da cuenta y prefiere hacer caso omiso) los espía tras una cortina. También hay un hombre rememorando, desde su sexo aburrido de casado, el sexo salvaje de la juventud; o el hombre casado que hace escapadas del matrimonio a fiestas de un amigo donde tiene sexo con jóvenes y donde una noche, duchándose con su nuevo ligue, pierde el anillo de casado, y sale toda su rabia; o la mujer que se siente libre, al fin, de su matrimonio solo cuando tiene sexo con su compañero de trabajo; etc. Once cuentos, breves y bastante intensos, de puro sexo. Y con la firma de Mairal: risa, oralidad pura tan argentina, desastre y caída sabida e irrefrenable, ficción de verdad.
Y luego llega la segunda parte, que en mi opinión es donde todo se descontrola un poco, aunque también es donde se encuentran los mejores cuentos. Aquí también hay de todo, el problema es que sin un hilo común (a menos que contemos a Mairal como punto de unión, que lo es). Empieza con mi favorito, Hoy temprano, donde un hombre rememora su infancia y crecimiento a partir del mismo viaje por carretera, un viaje de caída que relata alguien conocedor de la derrota. Y seguimos con historias totalmente dispares, aquí incluso también de extensión de páginas: la risa con esa pareja infiel que va a Colonia como escapada extramatrimonial y todo les empieza a salir mal, hasta que se dan cuenta de que hay cierto momento en la vida en que tus mentiras pueden convertirse en algo muy real; el soldado en busca de El Dorado que, ya con poco a lo que asirse, le escribe a su sargento, sabiendo que ya no está pero que es lo último que le queda; los dos antiguos compañeros de colegio que sufrieron juntos el trágico y famoso accidente del autobús escolar y que reciben la llamada de otro compañero para que estos le relaten lo que sucedió, y de repente pasan a ser Los héroes de la historia, pero no de su historia. Todo ello junto a relatos que sí tienen como base el sexo pero que, supongo que a su pesar y sin una razón que yo haya podido encontrar, han sido colocados aquí: como el de «la agrupación de masturbadores globales» con la voluntad de crear la «Masturpride parade» y llevar camisetas con el lema «I love my hand», o el hombre que a partir del sexo aburrido con su esposa rememora las primeras veces con ella, diferentes, especiales, intensas y aún no muertas. Sí, todo es muy masculino y muy sexual en Mairal, pero qué vamos a descubrir ahora de nuevo.
Lo que digo, aunque Breves amores eternos parezca (hay que decirlo) un puzle de aquellos en los que ya todo empieza mal porque faltan piezas y que encima tú intentas colocarlas en el lugar que no toca consciente pero ansiosamente, lo firma Pedro Mairal. Y claro, tú lo compras. Supongo que ese ha sido el objetivo de Destino. Así que bien por ellos. Lo han conseguido. Pero no es esto una queja y mucho menos un arrepentimiento de compra o de lectura. Para nada. Porque si me preguntasen (de hecho lo voy a hacer yo y ahora mismo) si lo volvería a leer sabiendo esto de antemano, respondería que sí. ¿Lo volvería a leer si hubiese sabido todo esto antes? Sí, evidentemente que sí. Que Pedro Mairal publique donde y lo que quiera, pero que publique. Nosotros (plural mayestático) seguiremos comprando sus libros.