Hola, soy Wade Wilson, alias Masacre, alias Deadpool (en países donde los castings para Mi vida con 300 kilos están siempre a rebosar) alias El mercenario bocazas. Me conoceréis porque anteriormente encerré al reseñista flacucho y pajillero de turno para poder redactar una crítica sublime de Cable & Masacre: Si las miradas matasen. El reseñista titular ahora mismo está en una sesión de mindfulness, sin comillas, sin metáfora, vamos que no le está dando a la zambomba sino al cerebro. El caso es que he decidido tomar las riendas y realizar yo mismo la reseña de Cable & Masacre: Civil War (cocinado y salpimentado por el restaurante italiano Panini Cómics), porque si le dejo hacer la tarea al flacucho lo mismo nos endilga otra crónica exhaustiva sobre Star Wars.
En Cable & Masacre: Civil War también vuelve Nathan Dayspring Askani’son, alias “soy Jesucristo Superstar salvador de la humanidad ¿por qué? Por qué puedo”, más conocido como Cable. Aunque eso los más suspicaces, y los que habéis leído el título de la reseña, ya lo sabíais. Los lectores más avispados, y sobre todo esos que dominan un poco en idiomas, sí, esos que “yo miro series en V.O.S.E. porque el doblaje tiene gluten” habrán percibido el subtítulo de Civil War. Para los que han estado en coma, metidos en una cueva o simplemente viven en Teruel, deciros que Civil War fue uno de los mayores eventos de La casa de las ideas. Solamente tuvieron que hacer volar medio Stamford por los aires y matar un buen puñado de personas. Como en el asunto estuvieron involucrados unos capullos vestidos con spandex marca paquetes pues el gobierno decidió que los superhéroes debían mostrar su verdadera identidad. El Capitán América en contra, Ironman a favor… ¿Es que no habéis visto al menos la peli? ¿Sí? ¿Y entonces para qué cojones me hacéis soltar todo este rollo? En fin, que Cable y el que escribe también estuvimos en el meollo y como no podía ser de otra forma ese suceso provocará que nuestro matrimonio empiece a tambalearse. O, como dice la canción, se nos rompió el amor de tanto usarlo. Este crossover no solo sirve para indagar más profundamente en nuestra complicada relación, también muestra escenas hilarantes que tomarán lugar en los meaderos de La Casablanca o esa otra en la que me atan con un montón de cinta adhesiva y luego me entran ganas de mear. Debería mirarme el tema de la próstata. ¿Acción? Ah, sí, claro, de eso tenemos a porrillo. ¿Cuántos kilos de explosiones quiere? Podemos hacer explotar cualquier cosa. ¿Hostias? Muchas. Con la mano abierta si es usted amigo.
Aunque este cómic de Cable & Masacre utiliza como principal cebo el crossover de Civil War para que os gastéis ese dinero que le habéis mangado de la cartera a vuestra abuela, sería interesante resaltar ese otro cruce en el que Cable resucita al mutante egipcio Apocalipsis. En esta movida el lector viaja al pasado, a tomar por culo de lejos en el tiempo, para descubrir que Cable lleva el look de Jean Claude Van Damme en Blanco Humano y se comporta como Conan el Bárbaro. Pero ojito, que Cable no es el único en viajar por el tiempo pues el menda y mi nuevo colega Bob (ex miembro de Hydra que porta su cobardía con orgullo y que en ocasiones el jodío es más gracioso que yo) conoceremos al Capi y su adolescente sidekick de andanzas, Bucky. Y molaría mucho si no fuera porque lo hacemos en mitad de La Segunda Guerra Mundial con nazis a cascoporro pegando tiros y científicos locos intentando matarnos. Y luego está mi buen amigo Bob y su maldito tic de gritar Heil Hydra, aunque sea el mismísimo Capitán América el que tengamos como compañero de andanzas. Gracias Fabian Nicieza por poner en peligro nuestras vidas continuamente.
Mirad, si algo está claro es que los peces gordos del heroísmo y del villanismo querían estar en este cómic a toda costa. Así que no es de extrañar que Daredevil disfrute siendo troleado por mí mientras intentamos llegar a un acuerdo amistoso que conllevará una larga jornada de puñetazos, patadas y chistes graciosos. Los 4 Fantásticos (los de los 60, cosas de los viajes en el tiempo) intentarán por todos los medios enviarnos a Bob y a mí al presente, que es su futuro… Un jaleo. Lobezno, ese hombre X parco en palabras, enfrentándose a un tipo mordaz y veleidoso como yo capaz de romper la cuarta pared. Una batalla a muerte entre dos tíos con un factor curativo que prácticamente los hace inmortales. No habéis visto algo tan chungo desde que pillasteis a vuestros padres jugando al teto. Doctor Strange, Ka-Zar, Halcón, Hércules, El Supervisor (próximamente en la película de Viuda Negra), Dominó, Rino… podría continuar si quisiera hasta las 900 palabras. En definitiva, un elenco de superestrellas del medio que no impide que el menda acabe siendo el foco de atención, y más cuando Cable acaba dando un paso al lado, para no restarme protagonismo. Una historia donde la tragedia, el amor y la reconciliación dejan de lado los chistes y hacen aflorar las lágrimas. En serio. Lo digo de verdad. No es ninguna broma. Por favor, creedme.
En lo referente al apartado visual, los artistas Ron Lim, Reilly Brown y Staz Johnson (entre otros) tienen un estilo de características similares. De esta forma se consigue que las diferentes historias guarden una coherencia gráfica. Observad mis musculitos, paquete marcado, spandex ajustado en los glúteos… Hombres y mujeres me envidian. Y observad a Cable en todo su poderío: ese magnífico ojo brillante, esos músculos bien torneados, ese vello en los brazos que lo acerca al macho ibérico… Está más bueno que un torrezno untado en chocolate deshecho. Pero para ilustraciones impresionantes las portadas realizadas por Skottie Young. Un estilo a veces pop art, otras oscuro y retorcido pero mágico con toques TimBurtianos. Dignos de convertirse en un tatuaje que portar en la nalga.
¡Eh, flacucho! Deja de darle al coco que yo ya he terminado. Escribe algo para ganarte el sueldo. Ah, ¿que no te pagan? Juas, juas, juas. ¡PRINGAO!