Reseña del libro “Candy Candy: la historia definitiva”, de Keiko Nagita
¿Quién no conoce a la famosísima Candy White? Los niños y las niñas de los años 70, 80 y 90 de todo el mundo la tienen en su corazón y sus recuerdos. Eso es una verdad como un templo. Sin embargo, yo —y no me matéis—, nacida en 1983, nunca leí el manga ni vi la serie de anime tan conocida. No puedo decir que no me suene Candy —¡claro que sí!—, pero yo era más de Sailor Moon, Ranma y Oliver y Benji, lo siento.
No obstante, siempre me ha creado curiosidad este personaje, así que cuando descubrí esta novela publicada por Arechi Manga y titulada Candy Candy: la historia definitiva, de Keiko Nagita, supe que debía leerla para conocer a fondo a Candice White y vivir su historia.
Sí, os voy a hablar de este libro como si fuera un extraterrestre recién llegado a la Tierra y conoce por primera vez la historia de Candy Candy. Así que, ¡vamos allá!
En esta preciosa edición —preciosa y adorable con una hermosa cubierta que nos transporta a un campo de rosas— no encontramos un manga, sino que tenemos ante nosotros una magnífica novela con un prefacio que adoré en cuanto lo comencé por la cercanía que transmite la autora al hablarnos de sus recuerdos, de sus vivencias en La Mancha, de los molinos de viento, de Don Quijote y de cómo los lugares y los momentos siempre vuelven a nosotros e influyen en nuestras historias.
Después de ese curioso y entrañable prefacio, entramos en un prólogo donde una Candy White ya adulta vuelve a conectarse con sus recuerdos, con la señorita Pony, con Annie y con ella misma. Y a partir de ahí nos genera curiosidad y nos mete de lleno en su dramática, romántica y tierna historia.
Seré breve entonces con el resumen de su vida, ya que muchos de vosotros estáis al tanto de este personaje, ya sea por el manga o el anime. Pero para quien no conozca a Candy, allá voy. Candy White es una huérfana que se cría en el orfanato de la señorita Pony y la Hermana Lane. Su mejor amiga se llama Annie y es adoptada por una familia rica. Sin embargo, Candy no. Así que, cuando crece toma una decisión: ser la dama de compañía de Eliza, la hija egoísta de una familia rica. Pero, las cosas no parecen salirle bien a Candy, ya que Eliza junto a su hermano la tratan mal, ponen a todo el mundo en su contra y le hacen la vida imposible. Aun así, esta historia nos demuestra que tener una actitud optimista siempre es lo mejor. De esta forma y capítulo tras capítulo, el lector es testigo de que Candy puede afrontar las peores situaciones siempre superando los obstáculos. Además, ella es capaz, gracias a su bondad y sonrisas, de conseguir buenas y bonitas amistades y de encontrar el amor.
Esto y mucho más es Candy Candy: la historia definitiva, una novela que he disfrutado de principio a fin y que me ha permitido de una vez por todas conocer a fondo a este personaje tan conocido y amado por diferentes generaciones. Una novela exquisitamente narrada en primera y tercera persona alternativamente con detalladas descripciones de los lugares —he adorado transportarme a la Inglaterra y los Estados Unidos de principios del siglo XX— y los sentimientos de Candy y del resto de personajes. Una novela que me ha permitido sufrir y amar con Candy, comprenderla y asistir a su evolución. Candy, que a pesar de la tristeza que puede llegar a rodearla, siempre muestra una gran fortaleza de espíritu y de mente. Y así nos hace ver a los lectores el mundo de otra forma, siempre buscando la luz y dejando atrás la oscuridad.
Y si el prefacio me llegó muy adentro, el posfacio consiguió que se me escaparan algunas lágrimas. Así ha sido porque Keiko Nagita se hace querer. Una gran mujer que ha creado una gran protagonista que todos deberíamos dejar entrar en nuestros corazones.
Así que, tanto si ya conocíais a Candy como si es la primera vez que sabéis de ella, espero que os animéis a hacer un hueco en vuestra estantería para Candy Candy: la historia definitiva.