Reseña del libro “Carrusel”, de Berta Dávila
En Carrusel, la escritora gallega Berta Dávila nos presenta esta breve novela en la que el pasado, el presente y el futuro confluyen en sus páginas, los cuales viajan en el carrusel de su infancia y el cual la sigue acompañando en la vida adulta. En la misma, Dávila nos lleva de la mano de ciertos escenarios de la vida de la protagonista, de la que no conocemos el nombre, de la cual sabemos que es escritora, vive en Santiago de Compostela y que se encuentra en un bloqueo del que necesita salir escribiendo su nueva novela. La muerte de su tío Carlos, hermano mellizo de su madre, quien sufre la misma enfermedad mental que la narradora, y con el que se siente de algún modo conectada, la impulsa a sentarse a escribir.
Debo decir que yo no conocía este libro ni a la autora, pero no dudé en lanzarme a leerla al saber que la había publicado la editorial Barrett, la cual se encarga de sacar a la luz verdaderas joyas de la literatura contemporánea. En un inicio, la cubierta no me dijo demasiado, pero al leer la sinopsis, encontré algo que no sabía que necesitaba encontrar pero que así es: intimidad. Así se podría calificar Carrusel, se trata de una historia íntima porque la protagonista nos hace un retrato de la pérdida de sus seres queridos, de sus muertos. A mí me quedó la sensación de que prácticamente conoceremos más sobre todos ellos que de la propia escritora: un hijo no nacido, su tío Carlos, su abuela Úrsula, su amiga Natalia, todas aquellas personas que ha amado o no le ha dado tiempo a amar, presentes en sus pensamientos, igual que su enfermedad. Una enfermedad que ya se encontraba previamente en la familia de la protagonista, una enfermedad a la que no se le da nombre, pero que ahí está, presente.
Así pues, mientras leía este libro me he visto a mí misma cayendo en un abismo de profundidad, como si entrase en la intimidad de una persona, tuve la sensación continua de estar leyendo como un diario, pero un diario sumamente bello y lírico, aunque en ocasiones muy triste. “Una escritora que no escribe nunca es una tierra estéril. Una escritora que no escribe se parece a la mujer que observa un campo de maíz seco, resignada a ver cómo todo se pudre después de las primeras lluvias de octubre” llega a decir la narradora y ese fragmento sigue resonando en mi cabeza, fragmento que me ha sacudido y me ha recordado el por qué yo misma escribía siempre años atrás y los motivos por los que ya no lo hago, por los que he renunciado, o si más no, por los que me he tomado una pausa indefinida. Por otro lado, debo decir también que es un libro que requiere de un esfuerzo algo añadido ya que la prosa es algo exigente, aunque poética y abstracta, algo onírica incluso, y a la vez, una verdadera delicia.
Por lo tanto, recomendaría Carrusel a quienes deseen leer un libro de una profundidad especial, de intimidad, de familia y enfermedad mental, de encontrarse, de verse reflejado en la literatura, que creo que al final es algo que muchos y muchas buscamos hallar.