Reseña del libro “Castigado sin dibujos”, de Julio José Ordovás
Ya sé que probablemente pensarán que si siempre, o muchas veces, les hablo de autoras y autores aragoneses, ya debería haber leído, y por ende, haberles hablado, de Julio José Ordovás; y la verdad es que algo había leído, pero habían sido poemas sueltos, nada de narrativa, así que este es mi primer encuentro serio con él. Y tengo que decir que fue el título, “Castigado sin dibujos”, lo que me llamó la atención y me empujó a su lectura.
Es lo que tienen estas cosas, es lo que tiene la vida de los lectores, que somos así de subjetivos… Somos humanos.
¿Era lo que me esperaba? No
Pero si les estoy hablando del libro ya saben que es porque, o me ha gustado o me ha llevado a algún sitio donde me ha hecho reflexionar. Siempre es bueno que un libro sorprenda por algún motivo.
En primer lugar, tengo que decir que me he acordado mucho de Eva Puyó, de hecho es una autora, para mí muy especial, de esta misma editorial, Xordica, ¿verdad que recuerdan las veces que les he hablado de sus curiosos libros? Esa forma de ir narrando en pequeños capítulos que bien podían ser historias independientes pero van sutilmente unidas una tras otra hilando la historia. Esto es también lo que ha hecho Ordovás en Castigado sin dibujos, que de hecho da nombre a uno de esos capítulos.
El autor recuerda su infancia, ya sabemos que uno cuenta lo que quiere de lo que recuerda, y que lo que recuerda no tiene por qué ser lo que de verdad ocurrió.
Me ha gustado como narra José Julio Ordovás, esa la capacidad de evocación que tiene que atrapa al lector, claro que eso requiere lectores que reconozcan de qué nos habla cuando nos habla, y de qué nos habla cuando no dice lo que rodea la historia, una historia que el lector ya debe conocer.
Tengo un amigo, buen conocedor que la zona y de la Batalla de Belchite, que nos llevó hace algún tiempo a conocer la zona, entramos en algunas trincheras y las recorrimos, y visitamos el pueblo viejo, y te puedes hacer una idea de lo terrible que es la guerra vista con la mirada de un ser humano adulto.
Cuando fuimos, éramos un grupo de amigos en el que había hijos y nietos de ambos bandos de la Guerra Civil, y fue un día de tantas emociones que creo que llegó a curtirse aún más nuestra amistad; sí, esas amistades que perduran desde la infancia y a las que no afecta el paso del tiempo ni del lugar en el que vivas, ni de quien seas hijo o nieto…
He recordado con Ordovás mi propia infancia (yo vivía donde él veraneaba y comía los pollos a l´ast), y mi juventud (que al parecer sí vivimos en la misma zona 😉) , y me ha pasado como les pasa a los hermanos, ya sabéis, que parece que no vivieron en la misma casa y que sus padres eran totalmente distintos. Porque eso es recordar, cada cual lo hace a su manera, y si luego te animas a novelarlo y tienes el bello vocabulario que suele lograr un poeta, el embrujo puede ser completo como en este caso.
Apenas empieza la lectura del libro me encuentro con las palabras “calaveras atónitas” que son las que dan título a uno de mis libros favoritos de Jesús Moncada, un libro, editado también por Xordica, que si lo leen ayudarán a que la literatura tenga más sentido y que el autor nunca llegue a ese terrible “olvido que seremos”, y que ninguna manera merece.
Ya ven, seguro que cada uno de ustedes (o vosotros) que lean este libro encontrarán un motivo para hablar de él.
¿Quién no ha estado alguna vez Castigado sin dibujos?