Nunca he estado en Nueva Orleans, pero después de leer un montón de novelas y ver varias series y películas que se desarrollan allí, no he podido evitar formarme mi propia imagen de esta ciudad. A mí, Nueva Orleans me evoca un calor sofocante, con el sonido de los grillos y las cigarras de fondo. Olores fuertes, un tanto especiados, acompañados por el jazz incesante. Sus casas me las imagino gigantescas, con grandes porches que crujen cuando te acercas a la puerta principal, toda de cristal de diferentes colores. Me figuro a la gente dispar, rara, con indumentarias particulares, dejando claro que le da igual lo que opinen los demás. Y también pienso en magia. Mucha magia. Nueva Orleans ha sido la cuna de algunas de las mejores historias fantásticas de nuestros tiempos, como Entrevista con el vampiro o, recientemente, la serie Los originales. Vampiros, brujos, hechiceros, hombres lobo… en esta ciudad hay cabida para todos ellos.
Ahora, gracias a Jennifer L. Armentrout, también hay lugar para las hadas o los faes. Y así lo demuestra en Cazadora de hadas. La protagonista de esta historia es Ivy, una joven pelirroja que tiene una doble vida: por una parte, es estudiante universitaria de sociología y, por otra, es la encargada de matar a las hadas, seres odiosos —a diferencia de la imagen preestablecida que todos tenemos de ellos— que han venido del Otro Mundo y que quieren acabar con la humanidad. Desde hace años, Ivy pertenece a la Orden, una entidad que ha reunido desde siempre a los mejores cazadores del mundo. Tienen una misión muy sencilla: proteger a los humanos de las hadas. Estas, con un aspecto muy similar al nuestro, se camuflan entre la gente, caminando a su antojo por nuestras calles y seduciendo a los humanos para alimentarse de ellos. Ren también pertenece a la Orden y es la pareja de Ivy en lo que a cazadores se refiere. Pero lo cierto es que Ren oculta muchas cosas que nuestra querida pelirroja ni siquiera imagina. A pesar de ello, las chispas que saltan entre los dos cuando están cerca son más que evidentes y la fuerza de voluntad de Ivy por resistirse a esa atracción es cada vez más invisible.
Cazadora de hadas podría encuadrarse dentro del género “new adult”, que tiene su origen en los libros clasificados como “young adult”, historias protagonizadas por adolescentes dirigidas a un público de esa generación. Pero la verdad es que estos libros, como Harry Potter o Los juegos del hambre, no solo eran leídos por adolescentes, sino que sedujeron a todo aquel que los leía, tuviera la edad que tuviera. Esto llevó a que el género fuera evolucionando hasta llegar al “new adult”. Aquí la cosa cambia un poco: los protagonistas ya son mayores de edad y las historias contienen escenas subiditas de tono, donde el sexo se describe sin tapujos y forma parte de la trama, aunque sin ser el ingrediente principal. Me parecía conveniente advertir de esto, ya que, como vemos, el género ha ido transformándose y lo que podría parecer un libro inocente, de hadas y cazadores, no lo sea tanto.
Aclarado este punto, voy a cambiar de tema. Y es que no puedo evitar mencionar que una de las cosas que más me ha gustado de este libro es que Ivy ya sea cazadora cuando comienza la historia. Me explico: en todos los libros de este estilo que acostumbro a leer, el protagonista es ajeno al mundo en el que se va a ver entrometido. Suele ser un chico normal, que lleva una rutina diaria y que no sabe ni que existen seres fantásticos (llámense brujos, vampiros, demonios o hadas) y que de repente tiene que aprender todo lo que conlleva formar parte de esa historia paralela. Aquí Ivy ya está más que enseñada, lleva varios años cazando hadas, por lo que la parte del “aprendizaje” nos la saltamos, yendo directamente a la lucha. No es que no me guste ser cómplice de la transformación del personaje, de cómo pasa de ser alguien normal a convertirse en un héroe, pero me parece que esa historia ya nos la conocemos de sobra y me gusta ver algo diferente en un libro de este estilo.
Queda poco más que decir sobre esta primera parte de la que promete ser una trilogía muy intensa. Me ha gustado volver a recorrer las calles de Nueva Orleans —aunque sea a través de mi imaginación— y, sobre todo, volver a leer una historia de magia y seres extraordinarios que me deje impaciente por saber cómo continuará.