Cenital, de Emilio Bueso
Huélelo. Es el olor de la mierda que nos sepulta a todos cada día. Y aun así echamos la vista atrás, como si no fuera con nosotros. Estamos al borde del colapso y lo único que hacemos – que haces – es mirar la pantalla, caminar por la calle, y decirte a ti mismo que esto no va contigo, que a ti no va a pasarte nada, que eres inmune a lo que dicen que va a pasar. Lo que no sabes es que ya está pasando, que ya no hay antídoto frente a lo que se avecina, y que lo que espera a la vuelta de la esquina es hambre, es putrefacción, es pobreza y hecatombe. Huélelo. Sabrás diferenciar ese olor porque es el que permite que tú comas, y que a la vez mueras de hambre, es el que te da la posibilidad de permanecer más joven aunque por dentro lo único que hagas es envejecer, o incluso es el olor de lo que te da calor pero que hará que se congeles cuando todo explote, cuando todo se convierta en escombro y no en hogar. Cenital es lo que sucederá, o lo que sucede, o lo que ya se ha instalado en nuestras realidades, pero nadie está dispuesto a admitir. Que la raza humana está destinada a desaparecer, que la única posibilidad es abrir los ojos, es hacer frente a la amenaza invisibles y muda que sólo intenta destruirte. Porque si al abrir la primera de estas páginas no te ves reflejado es que tienes un problema. Y si cuando acabes esta historia no has aprendido nada, lo siento, lo tuyo no tiene salvación posible. Ya estás defenestrado de este mundo.
Hay momentos en mi vida como lector en los que tengo una suerte inmensa. Y lo digo así, sin ningún tipo de duda, porque cuando algo atrapa como lo hace Cenital, no encuentro ninguna razón para que el titubeo haga acto de presencia al hablar de una obra como esta. Recomendada fervientemente por mi “camello literario” en estas materias, Antonio Torrubia, el que suscribe se metió de lleno en la novela de Emilio Bueso sin expectativas, simplemente sabiendo que era algo que tenía que leer, que me veía obligado a ello, y que constituiría un antes y un después en las lecturas que pasan por mis manos de un tiempo a esta parte. No se equivocó ni Antonio, ni yo al abrirla: estoy ante una de las novelas de este año – a pesar de no ser una novedad – pero que engorda la lista de novelas imprescindibles que yo tengo en mi cabeza y que recomienda en la librería cada vez que tengo ocasión.
Una historia en la que descubriremos lo que es Cenital, un reducto donde aquellos que vieron venir el fin del mundo como lo conocemos se han reunido para poder subsistir y donde conoceremos, saltando de un personaje a otro, la historia tanto de ellos como de la construcción de esa especie de edén que en realidad se convierte en una pequeña cárcel, donde ni dentro ni fuera, existe una libertad completa. Lo directo, la ausencia de artificios y engaños que nos lleven a plantearnos que el autor juega con nosotros, los discursos de Destral – protagonista absoluto -, la vida fuera y dentro del recinto, la sensación de vivir la podredumbre, el abismo, el cataclismo convertido en frases que atacan al lector, en definitiva, un juego redondo en la relación libro – lector que aprovecha las mejores imágenes posibles para captar nuestra atención y que no nos desviemos con detalles innecesarios. Todo lo que aquí se cuente tiene una razón, tiene un por qué, aunque eso lo tengamos que poner nosotros, en una especie de experiencia que nos da pie a reflexionar sobre los avatares de este mundo y en la que Emilio Bueso pone al ser humano como sujeto en pruebas de una realidad que está más cerca de lo que nos pensamos.
Hay que enfrentarse a las historias duras, a las que no nos hablan a los lectores como si fuéramos mojigatos a los que le tiembla el pulso cada vez que pasan una página. Son pocas las ocasiones en las que la verdad es tan directa que uno acabe viéndose encerrado con los personajes en su propia cárcel, pero cuando eso sucede, joder, uno piensa que ha merecido la pena la espera y agradece las recomendaciones. Y uno lo agradece porque termina un libro con la satisfacción de haber estado ante algo bueno, algo fantástico, algo con lo que disfrutar y con lo que hacer disfrutar a otros, para después pensar, reflexionar, mantener conversaciones sobre lo que nos da la literatura, y sobre lo que significa la realidad, la tuya, la mía, la de todos. ¿Y todo eso con un libro?, preguntaréis. Sí, todo eso con Cenital, así que ya estáis tardando en ir a vuestra librería.
1 comentario en «Cenital»