El periodista Jon Lee Anderson y el caricaturista José Hernández regresan con la segunda entrega de la biografía del Che Guevara en forma de novela gráfica. Che. Una vida revolucionaria: El doctor Guevara es en realidad la primera parte de su trilogía, aunque sea la segunda en publicarse –después de Los años de Cuba–. En esta ocasión, volvemos al Che más idealista y joven que, después de licenciarse en medicina, se embarca en largas travesías a través de América del Sur y Centroamérica, en un periodo de tiempo que abarca desde 1952 a 1956. Estamos, por tanto, ante sus primeros años como revolucionario y su primera toma de contacto con Fidel Castro. Los años de las inquietudes políticas juveniles. El inicio estratégico de la revolución cubana.
Basada en la novela homónima de Jon Lee Anderson, El doctor Guevara, como ya lo hiciera su anterior publicación, funciona muy bien como primera aproximación a la vida del comandante. La adaptación corre a cuenta del mexicano José Hernández. Ya insistí en Los años de Cuba, y reitero mi insistencia en esta ocasión, es precisamente esto, la calidad gráfica de la novela, uno de sus grandes puntos fuertes. Rica en matices, sus viñetas abren y cierran planos, de lo general al detalle, sombras y luces, con una precisión absoluta. Como si fuera fácil convertir un folio en blanco en una película, entre sus páginas se desprende la esencia de los años 50 y el ambiente revolucionario instalado entre los países que acogieron a Guevara, tras su salida de Argentina.
El otro punto fuerte es su documentación. Y eso a pesar de que, en algunos momentos dé la impresión de que todo quede demasiado condensado, algo superficial, como si ocurrieran demasiadas cosas, o demasiados viajes, en poco espacio para asimilar. En este sentido, además, uno tiene la sensación de que la segunda parte es algo más contundente que esta primera. Tal vez solo sea una cuestión de efectos especiales. Faltan la lluvia, que ya empieza a asomarse al final, y más balas.
Así las cosas, con un marcado trasfondo social y político de la época, el cómic pasa de puntillas por la vida más personal del Che, cuyas inquietudes ideológicas, a veces, le muestran algo frío y distante. Algo más pragmático y resolutivo, ya nos lo advierte en su comienzo: “Costará vidas inocentes”. Su lado más humano lo encontramos en sus cartas y testimonios, sus momentos con su hija y su vertiente más poética. Al menos, uno de mis pasajes favoritos está relacionado con la poesía. Especialmente, con el poema que el propio Ernesto Guevara le dirige a María, la anciana moribunda que está bajo sus cuidados médicos. Como si realmente las palabras de su protagonista cobraran tono, su voz suena de fondo, mientras se intercalan con el resto de viñetas.
Después, Che. Una vida revolucionaria: El doctor Guevara termina con el principio de Los años en Cuba. Dos novelas gráficas, cada una con sus matices, que se completarán con un tercer tomo, su viaje al Congo y su regreso a Cuba y a Bolivia. Lo bonito de esta historia es que, aunque todos sepamos ya cómo termina, realmente tengo curiosidad por ver cómo nos la cuentan. Hasta entonces, de momento, habrá que esperar un poco.