Papel. Algo frágil, ¿verdad? El papel se puede arrugar, se puede partir, se puede rasgar. Pero el papel también corta porque su hoja es tan afilada casi como la de un cuchillo.
¿Y si el papel se une al fuego? ¿Qué pasa? El papel arde. Se vuelve peligroso, mortal. Pero, ¿qué ocurre cuando eres una Chica de Papel con ojos dorados como el fuego? Bueno, pues la protagonista de la novela que hoy os traigo es así.
Chicas de Papel y de Fuego, de Natasha Ngan, nos sitúa en Ikhara, lugar dividido en tres castas: La de la luna, la de acero y la de papel. Solo aquellos que pertenecen a la casta más baja, la de papel, son completamente humanos, sin poderes, sin rasgos demoníacos, sin aspecto animal. Los de acero, sin embargo, tienen aspecto humano pero con algún que otro rasgo animal. Y por último, aquellos que se consideran superiores. Los poderosos, los que están por encima del resto: los de la casta de la Luna. Totalmente animales, completamente demonios.
Lei es de papel y trabaja en la herboristería de su padre. Pero Lei tiene algo que la diferencia del resto de su casta: ojos de fuego. Un día, la Guardia Real se la lleva al Palacio Escondido de Han, donde vive el Rey Demonio, ya que todos los años ocho Chicas de Papel son elegidas para su disfrute personal. ¿Pero qué pasa si ella no quiere esa nueva vida? ¿Qué hay de sus sentimientos? ¿Podrá escapar Lei de ese infierno?
La verdad es que me ha sorprendido mucho este universo cargado de riqueza y diferencias, donde las descripciones son complejas y muy detalladas sobre los rasgos de los demonios y sobre las castas. Asimismo, la pluma de la autora me ha fascinado, ya que consigue mantenernos pegados a esta novela desde el comienzo hasta el final. Una prosa que no deja sitio al aburrimiento ni permite que la historia se vuelva insípida en ningún momento porque todo lo que pasa es una montaña rusa de acontecimientos, de información necesaria e importante, de acción trepidante y, lamentablemente, también es un cúmulo de dolor. Sobre todo para Lei. Especialmente para Lei.
Ella es nuestra narradora, una joven única, distinta a las demás, con esos ojos dorados abrasadores. Una chica fuerte y valiente, que ha aprendido a vivir sin su madre, pues siete años atrás fue arrancada de su hogar. Una chica que debe aceptar de golpe y sin rechistar una nueva vida que no espera, para la que no está preparada. Pero en lugar de derrumbarse, vemos cómo ella saca fuerzas para afrontar ese futuro tan inestable e indeseado como Chica de Papel con gran entereza y madurez.
Lei me ha conquistado por todo eso y porque nos demuestra que, a pesar de sus diecisiete años, es capaz de soportar el destino más cruel y agresivo que pueda existir. Ella no merece volver a sufrir, ni que la separen de las pocas personas a las que ama. Sin embargo, la vida no entiende de sentimientos y la empuja contra lo deleznable, lo malvado, lo inhumano. Afortunadamente, Lei también descubrirá la amistad y la bondad en algunas personas que viven allí su misma pesadilla.
Una pesadilla que te recuerda lo que eres: un objeto, un regalo para el Amo Celestial. Una pesadilla que te recuerda tu finalidad: servir, dar placer. ¿Es eso justo? Definitivamente no. Es triste, es horrible. Pero existe en este mundo y… desgraciadamente también en el nuestro.
Crueldad, sufrimiento y desesperación. Todo eso he vivido junto a Lei. De hecho, en muchos capítulos he temblado de miedo y se me ha encogido el corazón de pena. Aun así, hay un rayo de luz que nos llena de alegría a los lectores y que ni siquiera Lei sabe que puede vislumbrar: el amor correspondido por alguien cercano en ese infierno. Amor por una persona, odio por un demonio.
En definitiva, Natasha Ngan nos ofrece una sociedad de castas, razas mejores y razas peores. Las que lo tienen todo y las que no tienen nada. Una sociedad tan distinta y a la vez tan similar a la nuestra que nos deja en el cuerpo una sensación estremecedora.
Chicas de Papel y de Fuego es la primera parte de una saga. Una historia de violencia y abuso sexual, diferente a lo que acostumbramos: dura, desgarradora y real. Una novela que os dañará y os sanará al mismo tiempo al acompañar a Lei en cada página, donde la lucha, la pasión, la rebeldía, la traición y la libertad os quitarán el aliento.
Una experiencia que nos enseña que el amor llega a los rincones más olvidados. Da igual nuestra clase, nuestra raza, nuestra alma, pues todos tenemos derecho a encontrarlo.