Nunca he sido bueno en los idiomas. Miento. Creo que el castellano lo practico bastante bien e incluso me defiendo en inglés. Pero me sacas de esos dos y me pierdo. Es como si mi cabeza no estuviera preparada para meter más información en otro idioma y me bloqueara. Así que os preguntaréis: ¿si eres malo en los idiomas, para qué narices te has puesto a leer Chineasy: expresiones para el día a día? Pues porque nunca está de más intentarlo. A mí siempre me dijeron que quien no arriesgaba, no ganaba, y cuando me dieron la oportunidad de aprender, o al menos acercarme, al chino, no me lo pensé. Cierto es que, si uno se acerca a este libro pretendiendo saber a la perfección el idioma, estará muy equivocado, pero lo que sí se nos ofrece es un primer acercamiento a una lengua que nos es completamente desconocida a algunos para que, al menos lo básico, sepamos bien cómo se escribe y se pronuncia. Y es que como decía, nunca está de más acercarse a un idioma, de la misma forma que nunca está de más acercarse a otro tipo de libros que nos ofrecen cosas diferentes. Shaolan, en su introducción, ya nos explica cómo llegó a crear este método de idioma que, a tenor del éxito que tuvo, le reportó tanto satisfacciones como algún que otro quebradero de cabeza – familiar -. Pero más allá de las experiencias personales, tenemos ante nosotros la oportunidad de ver cómo en el día a día, en chino, en otro idioma, con otra cultura, aprendemos la vida diaria y su Historia. Si eso no es algo que tener en cuenta, yo no sé ya qué más decir.
Así como hacer una reseña de una novela no suele resultarme complejo – salvo excepciones -, realizar una de Chineasy: expresiones para el día a día me ofrece la posibilidad – a la vez que la complicación – de escribir una crítica sobre un libro para aprender idiomas. ¿Qué se dice sobre un libro así? Pues en primer lugar: que la accesibilidad al libro hace que uno demuestre mayor interés a la hora de ponerse con él. No son pocas las veces que yo he empezado con algún libro para aprender las nociones básicas de un idioma y he tenido que dejarlo porque, al final, no dejaba de ser una amalgama de ejercicios y gramática aburrida y tediosa. La edición de esta obra de ShaoLan es lo suficientemente atractiva como para que todos queramos acercarnos a ella. En segundo lugar, que no se dedica a darnos explicaciones que se acercan más a un problema de física cuántica que al aprendizaje de un idioma. El lenguaje que se usa es tan cercano como sencillo y, de nuevo, eso se agradece en un libro que ya de por sí nos enseña un idioma complicado para las mentes occidentales como las nuestras. Y finalmente, y no menos importante, me ha parecido un libro para todas las edades. Esto no quiere decir que los niños pequeños, muy pequeños, entenderán lo que dicen, pero sí que es interesante que la forma en la que está construido este método sea interactivo para aquellas edades que se alejen de la edad adulta.
Estudiar un idioma es algo a tener en cuenta, sobre todo ahora que parece que el mundo globalizado te pide cada más características a la hora de ser un hombre o mujer completo en materia laboral – y personal -. Por ello, que un libro como Chineasy: expresiones para el día a día se publique y, además, se convierta en un éxito a nivel internacional, no es sólo una buena noticia sino también una oportunidad para todos nosotros. Repetiré, de todas maneras, la importancia de entender que lo que ha creado ShaoLan no es un método para aprender absolutamente todos los entresijos de un idioma sino que se corresponde a los primeros pasos que, como en un baile, todos tenemos que aprender para poder manejarnos después en todas las piruetas habidas y por haber. Si uno, como el que suscribe, tiene en mente eso desde el principio, disfrutará con este aprendizaje y verá que, a pesar de la lejanía y de las costumbres tan dispares que tenemos culturalmente, aprender chino puede ser, además de interesante, muy divertido