¡1, 2, 3, 14! ¡Melocotonazo al canto y vértigo! Eso es lo que es y lo que tiene este libro. Una velocidad y un ritmo vertiginosos, brutales, que se mantienen constantes en todo momento sin decaer para nada, sin bajar un ápice la aguja del velocímetro a lo largo de todo el recorrido, porque si la velocidad baja, la bomba del autobús explotará… Al principio piensas que será solo el comienzo, un principio fuerte, arrollador, algo para atrapar al lector y tenerle ya así enganchado para el resto del libro, que irá perdiendo fuelle, pero qué va. Círculos es un prodigio, ¡un puto prodigio!, en lo tocante al ritmo desenfrenado y es algo que le viene muy bien al libro al ser un reflejo de la inmediatez, interactividad y rapidez con la que disfrutamos/padecemos el intercambio de (des)información gracias a las, ya no tan nuevas, tecnologías que nos tienen absorbidos sin ser muchas veces conscientes de ello.
Estamos en Londres, en el Londres (como dice el libro) “desde donde se miden todas las distancias”. El Londres de un futuro próximo, preapocalíptico y futuramente posible muy del estilo de la estupenda serie (no conozco a nadie que no le guste) Black Mirror, en donde el Big Data está más presente que nunca.
Un Londres que lleva ya varias semanas soportando una huelga de basureros, un Londres (o tal vez un mundo) donde han aumentado de forma espectacular las infecciones por anisakis, los animales tienen comportamientos extraños y llevan meses registrándose múltiples casos de suicidios de estos; un Londres en el que han pasado varios años ya del Brexit y las tasas de paro, sobre todo entre los jóvenes, alcanzan niveles estratosféricos. Ese es el escenario que con gran lujo de detalles nos va a describir Manuel Ríos San Martín.
Es también un Londres en el que los realities y los concursos extremos parecen haberse adueñado de la parrilla televisiva y será desde uno de estos desde donde se abrirá el melón de las continuas catástrofes que se desatarán una tras otra en cadena.
Un concursante morirá en directo en uno de esos programas y la señal no se corta, sigue emitiendo sin interrupción. La audiencia sube y Twitter está que arde. Parece estar claro que todo se debe a un desgraciado accidente, pero el inspector Jellineck no lo ve tan claro, para eso le pagan. Además, el presentador del programa desaparece justo en el momento en el que el concursante va a morir y días después interrumpirá la señal de televisión de la cadena para lanzar un inquietante mensaje: “Os voy a joder la vida. A todos”.
Ese será uno de los ejes del libro: la investigación policial.
–¿Te acuerdas cuando parecía tan solo un accidente en un concurso de televisión? Ojalá hubiese sido eso.
Otro eje será el que siga a Patrizia, una chica con la cabeza rapada, desencantada con el mundo que conoce, con una casa llena de televisores encendidos que no apaga ni para dormir, que cuida su cuerpo con ejercicio y a la vez lo daña haciéndose pintadas hasta sangrar y subir las fotos a Instagram. Patrizia se unirá a un grupo de activistas antisistema con la intención de abrir los ojos a una sociedad aborregada y domesticada, con los cerebros lavados y, curiosamente llenos de mierda, por medios y redes sociales.
Sobre estos dos ejes ser irán articulando unos cuantos personajes más, con mayor o menor protagonismo, pero todos relevantes y necesarios, que ayudarán a completar y vertebrar los ejes y los protagonistas de la novela (Patrizia y Jellineck), proporcionando así a la novela aún más profundidad y una sensación de estructura enorme, compacta, bien armada y compleja de trasladar al papel pero fácil de leer.
Círculos es un thriller espídico, enorme, absorbente y necesario. Una novela negra con la que pasárselo teta que, a pesar de sus 424 páginas, se lee rapidísimamente. Muy bien escrito, con frases cortas y directas que hacen que la lectura sea agil y rápida, con capítulos en los que los personajes se hacen carne al estar tan bien perfilados, con historias que van a confluir en un todo, y es también una crítica a los monopolios informativos y a los contenidos manipulados morbosos y simples en los que cada medio, ya sea periódico, emisora de radio o televisión, arrima el ascua a su sardina.
Una crítica a una sociedad conectada cada vez más desconectada y más alienada por los móviles, phablets y redes, que se cree cualquier cosa sin contrastar, simplemente porque lo ve iluminando su black mirror particular. Porque somos como somos, para bien o para mal, y nos quedamos viendo los accidentes de tráfico, o asistiendo como si fuera un espectáculo a las decapitaciones por guillotina, o sacando fotos al cadáver colgante de Gadafi…
¿Acaso apartaríamos la mirada si en un programa de televisión estuviera muriendo un concursante?
Círculos es un libro brillante, como el arroz, que describe muy bien la realidad del momento que estamos viviendo y se atreve a profetizar un futuro cercano de manera veraz y realista con una trama apasionante que engancha desde la primera hoja.
Es un best seller pero despojado de lo malo que se asocia a estos. Narrado en tercera persona con un desarrollo impecable. Los personajes son del todo creíbles, son de carne y hueso, como ya he dicho antes; la historia se estructura de forma hábil e inteligente y su recuerdo permanece porque ha tocado partes de ti que reconoces en él.
No descarto que se lleve al cine o mejor aún, a un formato serializado, porque es un libro que se presta a ello con facilidad, es muy visual y adaptable y además tiene ciertos pasajes que me recordaban el universo de V de Vendetta.
Si no fuera porque estamos aún a principios de marzo, diría una de esas frases grandilocuentes que las editoriales ponen en las fajitas: “El mejor thriller del año. Todo un melocotonazo”.