Reseña del libro “Civilización olvidada: Erupciones solares del pasado y del futuro”, de Robert M. Schoch y Catherine Ulissey
Resulta tan difícil sondear el pasado como el futuro. Y no me extraña, a veces no tenemos claro ni el presente. Por suerte, gracias al trabajo de los investigadores, no hace falta recurrir a prácticas adivinatorias de resultados cuestionables. Basta con estudiar los rastros del pasado como si fueran piezas de un enorme puzle que sumadas nos dejen interpretar la imagen de lo que fue. Por supuesto, cuantas más piezas mejor, pero a más antiguas sean, más difíciles serán de encontrar e interpretar. Es tanto lo que cuesta, que cualquier teoría que rompa los esquemas establecidos hará que los investigadores se sofoquen, y mientras unos piden el abanico, otros se lían a tortazos. En principio metafóricos, aunque los he visto reales. ¡Con lo que me gusta a mí un buen boxeo intelectual que haga vibrar el ring de la ciencia! En este sentido, Civilización olvidada de Ediciones Luciérnaga está escrito por Robert M. Schoch, un geólogo muy boxeado que estudia las evidencias culturales más antiguas de la Tierra y ha llegado a conclusiones incómodas. Sobre todo si tenemos en cuenta que menciona las Erupciones solares del pasado y del futuro, un fenómeno natural que podría volver a repetirse, como ya ha ocurrido en múltiples ocasiones, con mayor o menor intensidad. Y no estamos preparados.
Civilización olvidada plantea que existió un tipo temprano de sociedad avanzada, antes del final de la última edad de hielo, cuando según el consenso el Homo sapiens se dedicaba a la caza y a la recolección. Esto es, más de seis mil años antes de la fecha convencional para los orígenes de la civilización en Mesopotamia, Egipto o el valle de Indo. Pero algo sucedió. Un conjunto de eventos climáticos muy fuertes —según Schoch relacionados con la actividad solar— que provocó que todo aquel conocimiento se perdiese hasta el resurgimiento, ahora sí, del origen de una sociedad compleja tal y como la hemos estudiado en el colegio.
Antes de continuar, me veo en la obligación de aclarar las cosas, porque muchos estarán pensando en alienígenas, reptilianos y conspiraciones en las que la reina de Inglaterra siempre está involucrada y puede que coma ratas. Sin duda, una portada con la imagen de la Gran Esfinge de Guiza y un moái de la Isla de Pascua ayuda a hacerse esa idea. Pero no encontraréis nada de eso en el libro. De hecho, lo interpreto como un insulto a nuestra inteligencia. ¿Acaso no nos bastamos nosotros solos para complicarnos las cosas? ¿Qué necesidad hay de recibir ayuda externa? Seguimos siendo los mismos con una tecnología diferente. Más amor propio, por favor, que lo valemos.
El libro comienza hablando de la datación de la parte más antigua de la Gran Esfinge, que Schoch propuso como de una época anterior, antes de que se llevasen a cabo las reparaciones, y este inicio le da pie a adentrarse en un análisis detallado y comparativo de lo encontrado en la Isla de Pascua en el Pacífico; en el antiquísimo complejo arqueológico de Göbekli Tepe o en las ciudades subterráneas de Capadocia, en Turquía. Estos serían algunos de los ejemplos más representativos de estructuras de diferentes culturas separadas en el espacio y el tiempo con características comunes que implican un conocimiento sofisticado.
De entre las comparaciones, me han resultado especialmente interesantes las similitudes que tienen los trazos de los geoglifos de Nazca en Perú, y los de otras culturas, con cierto tipo de actividad solar capaz de crear «dibujos» en el cielo. Antes de que nos vuele la imaginación, el autor incluye un capítulo para explicar el funcionamiento normal del Sol, y aunque esto le reste fantasía, es si cabe más inquietante, porque podría… No. Va a volver a ocurrir. Sabedor de nuestras inquietudes, el autor añade otro capítulo para tratar de predecir cuándo será el próximo evento solar de características similares. Doy fe de lectora de que la famosa tormenta solar de 1859 fue solo un estornudo en comparación con el gripazo que podríamos llegar a experimentar. Y sin ponernos alarmistas ni nada. Cosas normales… Cosas del Sol… Incluso un simple resfriado solar, en nuestra época tan tecnológica, traería grandes consecuencias. Por eso no sé qué me ha causado más ansiedad del libro, si lo impredecible del Sol o pensar en toda la información que se ha podido perder con el tiempo, quizá para siempre, y que nunca vayamos a conocer la respuesta.
Civilización olvidada es un ensayo escrito en tres planos, con extensos apéndices y bibliografía, que justifican las —nada menos que— 616 páginas. Por un lado, es un debate en sí mismo. Porque aunque solo tenga una voz, muestra tanto sus propios datos como los de sus detractores. El autor (autores) es de los que se tira al mar sin salvavidas. Lo cuenta todo. Al principio dudé en si clasificar el libro como dentro de la ciencia por la polémica creada en torno a Schoch. Que te acusen de hacer pseudociencia es el peor insulto que pueden lanzar a tu profesión. Yo también tenía mis prejuicios, pero decidí ignorarlos y darle una oportunidad porque el tema me interesaba. Mi conclusión es que es absolutamente transparente. Lo que en una fiesta en sociedad llamaríamos un «bocazas incomprendido», sin ánimo de insultar. Por lo demás, cita numerosos artículos científicos con revisión por pares y nunca dice ser poseedor de la verdad absoluta. Es el lector quien, con su objetividad y su experiencia, debe decidir con qué planteamientos está más de acuerdo. Porque cuando el río suena, no tiene por qué ser agua lo que lleve, primero hay que preguntarse por qué.
Los otros dos planos en los que está escrito el ensayo son, por una parte, aquel por el que se ha ganado el insulto. Un apartado casi filosófico en el que se introduce en aguas controvertidas para la ciencia o que no pertenecen a su campo. Bastaría con suprimir esas páginas para no ser cuestionado. Pero aun así las añade. Hasta él mismo se da cuenta de que no se calla: «Quizá me estoy aventurando en un territorio peligroso. Como individuo con una mente curiosa, puedo entretener escenarios extravagantes. Pero como científico, debo ceñirme a los datos, por lo que no voy más lejos». Por suerte, son apartados extra, casi anecdóticos en comparación con la extensión del libro.
Con el tercer y último plano me he divertido de lo lindo. Con los guantes de boxeo bien enfundados y la lengua muy suelta, Schoch lanza pequeñas pullitas directas al corazón de la parte estancada de la ciencia y los intereses creados en torno a ella, personales, sociales y económicos. De esas que pican porque son verdad. Que las he visto con mis propios ojos.
Tenemos la gran suerte de que a España haya llegado la edición revisada y ampliada del libro publicado en inglés anteriormente en 2012. Ya que podemos disfrutar de toda una década de avances en los datos. Y aunque en cierto modo pueda perjudicarle en las críticas, me parece todo un detalle que para esta nueva edición la esposa de Schoch aparezca como coautora. A pesar de que se haya mantenido la narración en primera persona singular, se reconoce el aporte que Catherine Ulissey le ha dado al libro, pues parte de los datos son biográficos y Ulissey ha participado también en todos esos viajes de exploración alrededor del mundo.
En definitiva, si estás preguntándote si leer o no Civilización olvidada de Ediciones Luciérnaga, te puedes hacer estas otras preguntas: ¿Te apasionan las civilizaciones antiguas? ¿Quizás las estudies? ¿Tienes una mente abierta? ¿Sabes ser objetivo? ¿Te gusta criticar? ¿Piensas viajar a alguno de los lugares mencionados? ¿Estás intentando dejar de morderte las uñas y necesitas un reto para ponerte a prueba? Si la respuesta a cualquiera de estas cuestiones es «sí», no te olvides del salvavidas, y al agua patos.