Reseña del cómic “Clapas”, de Isao Moutte
Creo que es a Jack Kerouac a quien se le atribuye el estilo narrativo que dio estructura a las road movies con el relato de En el camino. La fuerza de los acontecimientos desarrollados a través de la experiencia del viaje, ya no solo metafórico, sino físico, y las consecuencias desconocidas a las que ese tipo de trayectos conduce a los personajes, crea en el lector una constante sensación de suspense. Ya sea un viaje entre algodones, poco común, o con acontecimientos funestos, bastante más común, el relato resulta cuanto menos expectante. Y en el cómic Clapas de Isao Moutte tenemos precisamente los ingredientes que nos fascinan del argumento de viaje en carretera: el autobús en el que viajan un grupo de personas se ve obligado a detener su trayecto en mitad de la montaña por un desprendimiento de rocas. Aislados y sin cobertura en los teléfonos móviles para solicitar ayuda son encontrados por unos cazadores que les ofrecen refugio en su hogar. Confiados y con pocas opciones aceptan ir con ellos. Y el resto sucederá tras subirse al remolque de la camioneta de los cazadores.
¿Consecuencias previsibles? Bueno, pudiera decirse que sí, aunque he ahí el matiz al que quiero llegar. Cuando mencionaba a Kerouac y el estilo de relato de viaje por carretera, es a Hollywood y no a este escritor a quien debemos la educación previsible de argumentos manidos de este tipo. Casi siempre en el género de terror, las escenas que continúan normalmente a este tipo de sinopsis suelen ser de carnicerías en casas chungas de los que parecían hospitalarios aunque con un deje de ser los tipos raros del pueblo. Ahí ya podemos meter como ejemplos La matanza de Texas, Las colinas tienen ojos, La carretera o hasta Los Goonies. No voy a llevar a engaño ni tampoco a desvelar la trama, pero algo hay. En la ficción, parece ya estar todo escrito. Entonces, ¿con qué me quedo de este cómic? Pues por qué no con la trama, que me mola (carnicerías aparte que no las hay ni las soporto), con los tonos arenosos del coloreado y con las secuencias de las viñetas que, a modo de storyboard, desarrollan la acción del relato. Una vez más, el estilo cinematográfico está muy presente en esta obra.
Isao Moutte despliega a través de las páginas un escenario rural del sur de Francia. Ya sea en planos abiertos para apreciar la inmensidad y aislamiento del paisaje montañoso en el que se desarrolla la historia, como en viñetas detalle, simulando los movimientos de cámara a diferentes planos, el ojo del lector se mueve acompañando el recorrido de los coches o las caminatas a pie de los personajes por un lugar donde se respira una sensación de desamparo. La ambientación, muy bien conseguida con el tronar de la tormenta que amenaza desde el imponente cielo, suma a esa sensación desangelada. En una historia coral como esta, poco lugar hay para el desarrollo psicológico de los personajes, sus motivaciones o sus anhelos más allá de algo que rasque apenas un poco la superficie. Se necesitaría una serie continuada y larga para eso, al estilo Muertos vivientes (Robert Kirkman), Y, el último hombre (Brian K. Vaughan) o The Woods (James Tynion IV) donde sí diera lugar a dicho desarrollo. Con esto, los personajes de Clapas quedan supeditados a una trama de suspense, un thriller rural donde se intenta sensibilizar al lector con detalles de personajes que están fuera de la historia, pero a los que se les hace partícipes porque serán quienes podrían preocuparse por su desaparición y no saber noticias de ellos.
En síntesis, una novela bien desarrollada gráficamente, con muy buenos planos y movimientos en los dibujos y una ambientación que despierta el sentir de aislamiento y congoja. Para mí, lo que más suma a la historia de este cómic y lo convierte en una obra de suspense trepidante y una entretenida opción de lectura si eso es lo que estás buscando.