Clásicos del terror

Clásicos del terror, de Daphne du Maurier

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No me suelen gustar las recopilaciones de relatos. La gran excepción la constituyen los géneros de misterio, terror y similares. El libro que voy a reseñar ha sido uno de mis más felices hallazgos y, de paso, ha servido para darme a conocer a una autora de la que sólo sabía de oídas o, peor, por adaptaciones cinematográficas de sus obras.

Yo sabía que “Rebecca” era una novela de Daphne du Maurier, pero ignoraba que “Los Pájaros” y “Amenaza en la sombra” (no sé por qué se tradujo así el título original de “No mires ahora”) estaban también basadas en sendas obras suyas. Para quien, como yo, no esté muy familiarizado con esta excelente autora, un buen punto de partida puede ser este “Clásicos del terror” o cualquier otro recopilatorio de relatos cortos de ella.

Editada con ocasión del 80 cumpleaños de Du Maurier, en 1987, este libro contiene seis de sus relatos de suspense y terror: “No mires ahora”, escrito en 1970; “El manzano”, de 1952; “Los lentes azules”, de 1959; “Los pájaros”, escrito en 1952; “La coartada”, de 1959; y “No después de medianoche”, de 1971. Cada relato tiene tres o cuatro ilustraciones de Michael Foreman.

Hay variedad de motivos y líneas argumentales, y el terror o el suspense provienen de distintas raíces, según el caso: por ejemplo, “No mires ahora” se ambienta en Venecia y narra la extrañeza que adquiere el viaje de un matrimonio inglés tras un encuentro fortuito con dos ancianas, una de las cuales dice ser una médium que asegura ver a la hijita muerta del matrimonio; “El manzano” gira en torno a un hombre que acaba de enviudar de una esposa que no amó; “Los lentes azules” incorpora elementos de ciencia–ficción, con un tono falsamente ligero, de cuento infantil; y “La Coartada” y “No después de medianoche” son narraciones sin elemento sobrenatural alguno (o, al menos, no tan obvio como en los anteriores), aunque sí con sucesos misteriosos o criminales. De este modo, esta pequeña media docena de relatos puede satisfacer los gustos de diferentes tipos de lectores.

Ahora bien: emergen unas características comunes a todos ellos, que son las que retratan a Daphne du Maurier como una escritora muy dotada.

Destaca, por ejemplo, su don para crear y transmitir estados de ánimo a partir de elementos ambientales, ya sean éstos urbanos o naturales. El entorno de los personajes adquiere rasgos amistosos u hostiles, depende de lo que se nos esté contando. Unos pocos trazos, o un suceso que, en manos de otro escritor, probablemente habría resultado anecdótico o banal le es suficiente a Du Maurier para cambiar por completo el carácter de la narración y para crear eso tan etéreo pero tan decisivo para el grado de interés y realismo del relato como es la atmósfera. Por ejemplo, en “No mires ahora”, Venecia se convierte en una ciudad siniestra y hostil, y funciona como amplificador de los sentimientos de desamparo, soledad y alienación de uno de los personajes principales. Dudo mucho que cualquiera que se haya sentido alguna vez así, solo y, a la vez, desesperado por la suerte de un ser querido, no se identifique de inmediato con el estado de ánimo que Du Maurier recrea aquí.

Lo mismo sucede en “El Manzano”, relato de gran hondura psicológica, donde el entorno es casi exclusivamente la casa rural donde vive el viudo protagonista y, sobre todo, ese jardín donde crece el manzano que, siendo un ser inanimado, de pronto se convierte en némesis del protagonista, en auténtico monstruo de la historia.

Otro de los temas de Du Maurier es el Otro, el extraño, pero lo particular de estas historias es lo rápidamente que vira un personaje amigo en uno enemigo, revelando la imposibilidad del ser humano de confiar completamente en sus semejantes, con ese rescoldo de duda que albergamos siempre con respecto a los demás. Esto queda bien patente en la casi surrealista “Los lentes azules”, y también en “La coartada”. La autora lo lleva al extremo, pues, en algunos relatos, y casi desde el principio, nos invita a dudar del narrador: ¿las cosas están sucediendo tal como él las ve y las cuenta, o se trata de la narración de un mentiroso, de un loco o de un canalla? Nuevamente, la autora se limita a dar pistas, a sugerir. Lo cierto es que puede resultar cruel con sus protagonistas, y ella no lo oculta.

Mención aparte merece “Los pájaros”, donde más claramente se ve el tema recurrente de la naturaleza, súbitamente convertida en enemigo, con esas bandadas de aves que, sin causa aparente (nunca se explica este extremo), se vuelven contra el hombre. (Por cierto, que la película de Hitchcock no le hace justicia al relato de Du Maurier, mucho más sombrío y con menos concesiones que el filme). Es así como esta escritora trasciende la etiqueta de autora de misterio y terror, y entronca con la tradición existencialista, nihilista, en la que la vida y el mundo son un caos incomprensible donde todo puede ir bien o mal sin ningún motivo aparente.

Al leer un poco de la biografía de Daphne du Maurier, podemos entender mejor su escritura, y vislumbrar que, en realidad, se adelantó a su época. Por ejemplo, leemos que su relación matrimonial no fue un camino de rosas, que tuvo una relación muy difícil con su padre, y que también mantuvo relaciones con mujeres, aunque, según parece, jamás llegara a aceptar su bisexualidad. Precisamente, los deseos inconfesados (o inconfesables), los instintos, las pulsiones ocultas bajo el disfraz social, se asoman a sus personajes, que mantienen un pulso con ellos: las inclinaciones lésbicas se insinúan en “No mires ahora” y, sobre todo, en “Los lentes azules”; los deseos sexuales socialmente impermisibles de los protagonistas también aparecen en otros relatos; y, en general, las pulsiones reprimidas se sugieren de forma tan natural, que no sólo forman parte del relato, sino que, además, suelen explicar al menos parte de su lógica interna.

En suma, mi primera lectura de Daphne du Maurier me ha revelado a una escritora que quizá no fue bien entendida en su época, pero que hoy merece la pena redescubrir, y os invito a hacerlo con estos relatos.

2 comentarios en «Clásicos del terror»

  1. Excepto Rebeca, no he leído nada más de esta autora. Y me gustó mucho. Así que tendré que buscar esta recopilación de relatos, que seguro que la voy a disfrutar igual, que este género me gusta mucho.
    Besotes!!!

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