Clásicos infantiles 16
Ser un clásico es hacer una apuesta segura por algunos autores. Siempre nos han gustado, siempre han sido aquellos a los que, generación tras generación, hemos ido volviendo y en los que siempre encontramos cosas nuevas con las que divertirnos, con las que reflexionar, con las que, en definitiva, convertirnos en algo mucho mejor. Los clásicos infantiles son todos aquellos que nos reconoce como niños que crecieron con la lectura. Novelas, poemas, miles y miles de historias que contribuyen una vez más a crear un panorama literario enorme. Por ello, tras pensarlo mucho, he decidido hablar, gracias a la edición de un libro nuevo del autor, de Gianni Rodari porque como bien rezan casi todas las contraportadas de sus ediciones, se convirtió en un autor que revolucionó el mundo de la literatura, mostrando a través de la fantasía un punto de vista comprometido con la realidad. Y por eso, porque desde pequeños debemos aprenderlo todo, estamos aquí, una vez más, sabiendo que los clásicos nunca mueren y que se mantienen vigentes y lo harán por mucho que pasen los años.
Gianni Rodari (1920 – 1980) es uno de esos autores a los que siempre se tiende a visitar para conocer cómo es el mundo de los libros infantiles. Uno cierra los ojos y recuerda una y otra vez algunos de sus libros. Por ello, tener en mis manos este Retahílas de cielo y tierra es uno de esos viajes que siempre me gusta hacer para recordar cómo era el niño pequeño que disfrutaba con la lectura al abrirse la puerta de casa, oler la merienda en la cocina, que se sentaba en su sillón y leía hasta que los ojos empezaban a picarle por el esfuerzo. Y es que la fuerza de este autor, la maravillosa sensibilidad de este libro, nos hace darnos cuenta que hay muchas formas de contar historias de fantasía, historias infantiles para que todos disfrutemos, y que SM nos trae de su mano en una edición maravillosa, con unas ilustraciones preciosas, y que se convierten en toda una aventura para todos y cada uno de nuestros sentidos.
Y así sigo, aquí, leyendo “Los viajes de Polichinela” o sabiendo lo que sucede “Después de la lluvia”. Palabras, palabras y más palabras, que nos abrazan, que nos acarician la cara, quizá el cuerpo entero, y que consiguen que un niño, que yo que me considero ya adulto, que quizá todos y cada uno de los niños que pueblan este planeta, puedan conseguir abrir sus ojos, abrir su mente, conocer el mundo, a través de las páginas de un libro, a través de una editorial, a través de un autor, que nos engulle en su cuerpo y nos traslada a un mundo completamente nuevo. ¡Qué maravilloso es este autor que puede conseguirlo por mucho que pase el tiempo! Gianni Rodari, acompañado de Tomás Hijo como ilustrador que son un golpe para nuestros ojos y que son ellos, junto con nuestra vivencia, los que nos siguen animando a leer, a descubrirnos que con la lectura podemos ser mejores, podemos divertirnos, reír, alegrarnos, y acompañar a sus protagonistas en historias como “El mago de Nochebuena” o “Los esquimales” con las que podemos decir que ninguna de ellas sobra, ninguna chirria, ninguna es capaz de hacernos sentir que hemos invertido un tiempo que se pierde, porque cada minuto, cada segundo, cada milésima de segundo, será importante para nosotros porque podremos sentir que con ellos, que con lo que se nos cuenta, habremos aprendido algo, por pequeño que sea.
La vida, nuestra vida como lectores, se mide en aquellos libros que pueden convertirse en historias a las que volver una y otra vez. Yo no sé lo que me deparará el futuro, no lo sé y no quiero saberlo. Pero de lo que estoy seguro es que Gianni Rodari, que Retahílas de cielo y tierra, serán, por motivos más que lógicos, en uno de esos lugares a los que siempre regresar, a los que siempre volver, para conseguir que sigamos adelante, que crezcamos con un nuevo motivo, o simplemente siendo felices porque sí, porque son los libros como éste los que nos acompañan, los que lo harán siempre para que aprovechemos la vida, para que sonriamos al espejo y sepamos, cuando ya seamos más mayores, que lo habremos hecho bien cuando volvamos a visitar, por enésima vez, a nuestros autores favoritos, como este que os traigo hoy bien agarrado de mi mano.