Clásicos infantiles 18
Hay una edad para todo. Nacemos, vamos creciendo, y hay un sentimiento que se instala en nuestro cuerpo: el miedo. Los libros nos han enseñado palabras como terror, como monstruos, como pavor con algunas de las mejores historias que se han conocido a lo ancho y largo de la humanidad. Por ello, uno va pensando cada semana cómo sorprender a los propios y extraños que se pasean por estas reseñas. Así que hoy, permitiéndome licencias que pueden corresponderme, esta sección de clásicos infantiles se transformará por unos instantes en relatos clásicos para niños ya un poco más mayores, para jóvenes que también disfrutan de la lectura, para aquellos que saben lo que es el miedo, que lo disfrutan, que investigan lo oscuro, lo siniestro, permitiéndose un momento para los escalofríos, para el temblor, para ese miedo a la oscuridad que tantas pasiones ha desatado y que tantos ríos de tinta ha creado. Hoy toca pasar miedo, pero un miedo de obra maestra.
Hay un momento en el que nos damos cuenta que la literatura puede producir el mismo miedo que una película de terror. Yo, cuando era más pequeño, sufría de un irrefrenable miedo a la oscuridad. Iba a mi cama y cuando las luces se apagaban, miles de monstruos salían de mi armario, se alojaban debajo de mi cama, o rascaban con sus garras los cristales de mis ventanas. Ahora, de más mayor, disfruto con esa literatura de terror que ha creado millones de admiradores en todo el mundo, en un fenómeno de reunión para aquellos amantes de las historias de miedo que pueden sentarse a la lumbre y escuchar relatos tenebrosos de principio a fin. Crecemos, por tanto, y abrazamos esos momentos de tensión, de querer llegar al final y saber qué les sucede a los protagonistas de historias que nos recorren la médula espinal y que nos ponen alerta sobre aquellas criaturas que siempre salen de noche y se agazapan a nuestro alrededor para lanzarse a nuestro cuello.
Uno de esos lugares en los que a mí me ha encantado detenerme es esta edición de Cuentos de monstruos que se convierte en uno de esos protagonistas por sí mismos, por la increíble selección de relatos que ha realizado Seve Calleja y con las soberbias ilustraciones de Fabián Negrín que acompañan a los textos para que nuestros ojos puedan disfrutar, de otra forma, del terror y el horror que destilan las narraciones que aquí se pueden encontrar. Autores clásicos como Oscar Wilde, monumentales como Víctor Hugo, desasosegantes como H. P. Lovecraft y muchos otros más, se dan la mano para crear un libro que respira terror, pero que es una joya en las manos de cada lector, de esos lectores que viven por y para la literatura y que saben que el miedo es uno más de los sentimientos que nos gobiernan, y que cuando vamos creciendo nos topamos con él en multitud de ocasiones. Será pues esta una lectura perfecta para aquellos lectores que se enfrenten por primera vez a este tipo de emoción, ya crecidos y llegados a la juventud, y que deseen conocer cuánto de verdad hay en las historias de terror, y cuánto de fantasía, de fantasía oscura en todo caso, en los textos que tan bien editados están por la Editorial Juventud como lo vienen haciendo habitualmente con cada uno de sus libros.
Gustamos de pasarlo mal, de convertir el miedo en culto, de que los monstruos nos visiten por las noches y nosotros tiritemos de frío, por aquel escalofrío que eriza nuestra piel. Cuentos de monstruos es una antología que no desmerece a las grandes antologías pensadas para adultos, es uno de esas oportunidades que se nos ponen delante y que no deberíamos dejar pasar. Porque si de normal nos encanta la alegría, la sonrisa, el miedo no debe desmerecer ediciones, deben aparecer más y con más ahínco, ya que es ese terror el que en muchas ocasiones nos mueve y, aunque nos paralice, nos enseña lecciones que de otra forma no podríamos aprender. Así que gusten ustedes, gustemos todos, de una pasión por el horror, por lo oscuro, por las tinieblas, para comprender que nuestras emociones pueden verse reflejadas en un libro como si de un espejo que nos devuelve nuestra imagen como si nos conociera de toda la vida. No estamos ante una antología más sino ante una de las mejores que me he encontrado. Si me siguen, si abren la primera página, estén ustedes advertidos: su mundo ya no volverá a ser lo mismo nunca más. Palabra de lector empedernido.
Gracias, Sergio, por el generoso comentario que haces en estas páginas a los Cuentos de mosntruos que me he ocupado en reunir en esta edición con fines que tú mismo apuntas. Un saludo afectuoso