¿Habéis leído alguna vez un libro sin palabras? ¿Uno que no tenga texto? Un libro solo hecho de ilustraciones. ¿Sí? ¿No? Los que hayáis contestado afirmativamente, ya sabéis de lo que hablo y lo que podéis experimentar. Los que hayáis respondido negativamente, ¡no pasa nada! Precisamente el libro que hoy os traigo está lleno de ilustraciones y no encontraréis en él ni una sola letra, solo las que aparecen en el título: Cloe y la nube, de Núria Aparicio (LaPendeja).
Reconozco que yo nunca me había sumergido de lleno en una historia muda, sin texto, y debo decir que ha sido una experiencia maravillosa e inolvidable. Sí que había leído algún que otro cuento donde las ilustraciones eran las grandes protagonistas, pero siempre había frases que nos guiaban.
En Cloe y la nube no hay nada de letras, nada de palabras. Todo, todo, todo son dibujos. ¡Y qué dibujos! Son más que bonitos. Son tan expresivos, tan vivos y tan rebosantes de color, que decir que son un regalo para la vista me sabe a poco. Para nuestra vista y para la de los más pequeños de la casa, ya que esta historia está principalmente destinada a lectores a partir de tres años de edad.
Pero eso sí, tenemos que poner a trabajar nuestros cinco sentidos para deleitarnos en cada gesto, en cada movimiento, en cada escena del cuento, para comprender perfectamente todos y cada uno de los sentimientos que Núria Aparicio (LaPendeja) nos quiere transmitir en cada instante.
Es una historia para ser leída en silencio, relajados, con tranquilidad. Toda la familia junta, disfrutando de cada página, de cada ilustración, detenidamente. Porque, en mi opinión, es un relato para que los padres se lo representemos a nuestros hijos, poniendo caras, haciendo muecas, llorando de enfado, saltando, riendo, imitando a Cloe y a la graciosa nube. Ellos y nosotros, como si fuéramos actores de este teatro. Actores que han venido a aprender que la amistad puede surgir de repente, que debemos dejar atrás las ideas preconcebidas y ser capaces de mirar a los ojos a los demás, de ver su interior, de escuchar sus problemas y de buscar soluciones por muy descabelladas e imposibles que parezcan.
No os pienso contar detalles de esta historia, la verdad. Y no lo pienso hacer porque perdería toda la gracia. Esa gracia que yo he ido degustando poco a poco, examinando cada gesto, cada sonrisa, cada ceño fruncido, cada ilusión.
Solo os diré que Cloe y la nube es una niña, un día lluvioso, una nube, una nueva forma de ver la vida, un mensaje claro y sencillo: no hay nada ni nadie que pueda destruir nuestra felicidad aunque todo se ponga en contra. Debemos ser optimistas y afrontar lo que nos viene de la mejor manera.
Nunca fue tan apropiado decir, «Al mal tiempo… ¡buena cara!».