En Cluny Brown la autora británica Margery Sharp nos deleita con una novela al más puro estilo comedia british: estamos ante una historia ácida, crítica, irónica. En ella, Margery Sharp nos lleva a la Inglaterra de finales de los años 30, a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, y nos presenta a una protagonista pizpireta, ingenua e inconformista como lo es Cluny Brown. La misma a pesar de las convenciones sociales, se escapa al Ritz y coquetea, pero hasta que un incidente fruto de su ingenuidad y naturalidad llevará a su tío Arn, con el que vive en Londres, a llevarse las manos al cielo y a enviarla a una casa en el campo llamada Friars Carmel a trabajar como sirvienta.
Cuando supe de la existencia de esta novela sabía que podía gustarme fácilmente. Que se trataba de una comedia ligera y entretenida, pero después de su lectura puedo afirmar que no por ello es menos profunda o crítica. Y debo decir que me lo he pasado muy bien conociendo las vicisitudes con las que se encuentra nuestra protagonista y en los enredos en los que su carácter la llevarán. Cuando Cluny Brown llega a Friars Carmel, pronto verá que sus habitantes siguen viviendo a la vieja usanza, con mayordomo y sirvientas, momento en el que el servicio ya empezaba a desaparecer. Cluny acepta su destino pero al mismo tiempo, fantasea con tener otra especie de vida y de ese modo se lo hace saber a su tío mediante su correspondencia. Sin embargo, su tío poco caso le hace, ya que considera que como sirvienta Cluny podrá vivir bien y lo que es más importante, se encontrará a buen recaudo, sin riesgo de perder su virtud, que su sobrina pueda dejar de ser una joven respetable, temor que persigue a su tío continuamente. Pues bien, Cluny Brown en Friars Carmel coincidirá con personajes tan variopintos como Andrew, el hijo de los señores, presionado por sus padres para que se case y eche raíces en la mansión, perpetuando así la tradición, Adam Belinski, profesor y escritor polaco que huye de los nazis y quien en un momento dado es acogido por Andrew o como el señor Wilson, boticario del pueblo y hombre muy respetado que encontrará interés en nuestra protagonista. Por su parte, Cluny no dejará indiferente a nadie de modo que desconcertará a la mayoría de personas que la rodean. Es joven y tiene ganas de vivir, está llena de vitalidad y se nota que no le gusta seguir las normas sociales, o por lo menos, se encarga de actuar siempre impulsada por lo que siente y no por las reglas tan encorsetadas reservadas a las mujeres. De hecho, en esta novela, veremos la feroz y aguda crítica que la autora hace a la hipócrita sociedad de la época hacia el rol relegado a las mujeres en la misma y eso es precisamente lo que más me ha gustado de este libro. Cuando llegaba un punto en el que no entendía a dónde nos quería llevar la autora y qué nos quería contar exactamente aparte de los enredos habituales, los acontecimientos toman un giro que no me esperaba, el cual nos conduce hacia un final que me pareció redondo. Me sentí muy satisfecha con el final, el cual considero que es muy adecuado para el mensaje que Margery Sharp deseaba hacerle a sus coetáneos.
Así pues, recomendaría Cluny Brown a aquellas personas que disfrutan con las novelas ambientadas en la Inglaterra de principios del siglo XX pero que nos presenten historias con sustancia, en las que parece que no sucede nada, pero que la autora se ha encargado perfectamente de perfilar una crítica aguda y verdaderamente muy inteligente.