Cocina Pop, de Mario Suárez
Ilustrado por Ricardo Cavolo
Yo tengo dos placeres (confesables, de los otros ya hablaremos más adelante): la música y la comida. Por ello, hace unos meses, cuando llegó a mis manos “Cocina Indie” no es que me pusiera contento, porque eso sería demasiado sencillo, sino que me puse a dar saltos de alegría porque, por una vez, se mostraba un conjunto de platos con banda sonora, que ríete tú de esos recopilatorios titulados “la banda sonora de tu vida”. Pero, oh, sorpresa, no contentos con haberme hecho disfrutar, gastronómica y musicalmente hablando, resulta que los chicos que nos trajeron el primero, hacen una segunda parte, esta vez llamado “Cocina Pop” y yo entonces me pongo a babear, tanto que parezco el perro de Pavlov escuchando la campanillita de marras y pensando que venga, que ya es hora de abrir el libro y ver lo que nos traen, no seas pesado Sergio, que lo que quieres es ponerte a escuchar y a comer, no necesariamente en este orden. Y por encima de todo esto, queridos lectores, está aquello de ser feliz con lo que haces. Y como yo me he sentido así, pues aquí que vengo a contarlo como si no hubiera un mañana. ¿Quién sabe? A lo mejor mañana la banda sonora ha cambiado, y la comida ya no está tan buena, pero este momento no me quita nadie. Y al que lo intente, mordisco en toda la mano, quedáis avisados.
Si yo os dijera que por este libro pasan personalidades de la talla de Bob Marley, Bruce Springsteen o Supertramp, ¿pensaríais que estoy delirando, que he comido algo en mal estado, o que en realidad no os estoy hablando de un libro de cocina? Puede que, en ocasiones, algunas de dos primeras opciones sea cierta, pero lo que está claro es que la tercera no lo es. Estamos ante un libro de cocina, un libro de cocina completamente diferente a todo aquello que os hayáis echado a la cara en mucho tiempo, y que se convierte incluso diría que en una pequeña novela sobre alimentación que junto con las palabras de Mario Suárez y las ilustraciones de Ricardo Cavolo se convierte en uno de esos fetiches que todo buen cocinillas o cocinero con estrella Michelín que se precie debería tener en su estantería. ¿Que no sabes que preparar para tus invitados? Tan sencillo como abrir este libro, darle al play y ponerte a cocinar. ¿Que quieres darte un capricho y darte un homenaje a ti mismo, porque tú lo vales chato, que te vas a contar a ti? Pues abres el libro, eliges una receta cualquiera (repito, cualquiera) y ya tienes un rato maravilloso para ponerte frente a la mesa, con música de fondo y pensando que libros como “Cocina Pop” no son libros a secas, son maravillas que nos traen de vez en cuando mentes, vamos a decirlo, brillantes.
Yo, que en el mundo de la cocina me metí tarde, casi diría que demasiado, me sorprendí al observar en las librerías que casi todos los libros de recetas eran, por qué no decirlo, un coñazo. En todos aparecían las mismas, con el mismo tono de operación tipo “coge dos manzanas, pélalas, trocéalas o pásalas por la picadora, ¿cómo se llama la película?”. Un horror. Pero una de las cosas originales que tiene “Cocina Pop” es que te lo pasas bien, te diviertes leches, y que eso suceda con un libro de cocina es increíble. ¿Lo veis? Ya estoy babeando otra vez. Voy a por una servilleta. Ya estoy de vuelta. Pero por si todo esto no fuera poco, resulta que estamos ante uno de esos proyectos interactivos que traen las nuevas tecnologías al mundo de la edición, creando para todos nosotros listas de reproducción en Spotify, que nos harán saborear mucho más los platos que posar en la mesa y que degustar como si fuéramos chefs expertos que reciben alabanzas no sólo por la comida sino por el buen gusto a la hora de elegir la banda sonora que poner a cada momento (se me ocurre que os estoy ayudando a ligar de una forma muy sutil, pero es ligar al fin y al cabo).
Lo he dicho antes: la comida y la música son dos de mis placeres confesables (lo sé, los inconfesables os interesarán mucho más, pero se siente). Y que una editorial como Lunwerg nos haya hecho llegar a nuestras manos algo tan exquisito, sólo es posible soltar alabanzas, casi diría que ponerme a bailar como si estuviera en un musical, y proponer que yo pongo la comida y vosotros las ganas, así que estáis todos invitados a comer bien, a escuchar mejor todavía, y a disfrutar de algunos platos buenos, bonitos y baratos, mientras nuestro esqueleto se mueve al ritmo de grupos conocidos, grupos desconocidos, pero que todos nos meten las notas en las venas, para que no decaiga, ni por un momento, esta impresionante experiencia.