Siempre he sido un poco detractor de ciertas modas que, a mí, me parecen una pérdida de tiempo. Creo necesario empezar con esta frase para que aquel que lea la reseña pueda entender el cambio de registro que, a veces, los libros nos pueden llegar a hacer evidente. Hace unos años, la moda de los libros para colorear empezó a inundar las librerías y no fueron pocos los que se encontraron, de la noche a la mañana, con baldas e incluso secciones enteras de aquellos libros donde este tipo de publicaciones ocupaban un puesto de honor. De esa moda nació, en cierta forma, mi reticencia a este tipo de libros que no dejan de apelar a un espíritu nostálgico para todos aquellos que, como yo, ya llevábamos tiempo, y desde bien pequeños, coloreando libros por el simple hecho de divertirnos. Después llegó la terapia a través del color y ya todo cambió. Colortronic, como nueva publicación de este tipo de libros, es muy posible que no guarde en su interior un espíritu novedoso ni un concepto completamente diferente a lo que ya estamos acostumbrados, pero lo que sí nos propone es obtener unos resultados cuanto menos curiosos. Ya he dicho al principio de esta introducción que yo, las modas que intentan meterme por los ojos todo lo posible su compra tienden a caer en saco roto conmigo, pero resulta que la creación de Shannon Kirk ha conseguido que me siente, que pinte, que coloree y que, en definitiva, contemple el tiempo desde otra perspectiva y, si se me permite la licencia, desde otro tipo de arte. Ahora entenderéis por qué.
Lo primero, no hay que llevarse a engaño. Este es un libro para colorear. Todo aquel que piense que sólo podemos centrarnos en la literatura o el ensayo, tendría que replantearse desde el principio cuáles son los tipos de libros que pueden gustar al público y, además, estaría incurriendo en el mismo error que cometí yo hace no mucho: prejuzgar antes de comprobar. Esta publicación nos trae una serie de dibujos que, a través de una serie numérica, podremos ir coloreando. Hasta aquí, es muy posible que creáis que no hay nada nuevo, porque al fin y al cabo el color unido a un número determinado es más viejo que el catarro. Pero si algo, por pequeño que esto sea, demuestra Colortronic es su capacidad para crear escenas bastante psicodélicas y llenas de un colorido que yo pocas veces he visto en un libro de este tipo. Todo aquello que he podido acercar a mis ojos parecía más cercano a propagar una gama de colores bastante neutra y aquí es todo lo contrario. ¿Que no deja mucho a la imaginación la propuesta? Es muy posible que alguien pueda verlo así pero, yo haría otra pregunta: ¿no somos acaso nosotros, no ya lectores, sino autores de este libro, los que debemos poner el elemento imaginativo en aquello que estamos construyendo? Otro punto a favor, por tanto, el de convertir a quien sostiene sus páginas en una parte activa de todo este proceso que tantas ventas reporta a lo largo del año.
Lo segundo, y no menos importante que lo primero, es el tiempo. No el que tardemos en colorear aquello que se nos propone, que también, sino que la gestión del tiempo varía con este tipo de publicaciones y ahí, creo, radica su relevancia. En un mundo tan caótico y lleno de la inmediatez que acaba por ahogarnos, Colortronic lo que nos propone es trabajar por y para nosotros mismos, estirando los minutos, alargando las horas y, además, convirtiéndonos en los autores de una nueva creación. Consigue lo que para mí había sido impensable hace unos meses: que abandone por un instante lo que la realidad me ofrece para centrarme en lo que yo puedo ofrecer a través de sus láminas. Y no es que lo diga en un sentido metafísico del término sino que crear, al fin y al cabo, no deja de ser una experiencia que puede hacerte entender muchas cosas. ¿Qué importancia tiene que nuestro tiempo lo dediquemos a colorear lo que se nos propone? Si con eso pasamos un buen rato yo, desde luego, compro.