Al igual que le pasó a mi compañera Susana Hernández cuando leyó Cómo se hace una chica, Caitlin Moran ha llegado a mi vida inesperadamente y lo ha hecho en el momento que más lo necesitaba para desconectar del estrés diario. Llevaba varios días en los que ni me apetecía leer, pero abrí Cómo ser famosa, solo por hojearlo, y acabé leyendo cincuenta páginas del tirón. Si no leí más fue porque era la una de la madrugada de un viernes, y los madrugones de toda la semana pudieron conmigo.
Cómo ser famosa es la continuación de Cómo ser una chica. Aunque no es necesario haberla leído para disfrutar de las vivencias de su deslenguada protagonista, Johanna Morrigan, no me cabe la menor duda de que quien lea uno de los dos correrá a por el otro. La locuacidad de Johanna Morrigan es tan adictiva que se necesita más de una dosis.
En esta segunda parte, Johanna ya tiene diecinueve años y se ha mudado a Londres para trabajar de periodista musical, bajo el seudónimo Dolly Wilde. Son los años noventa y el britpop está en auge, lo que sirve de excusa para que en las páginas de Cómo ser famosa aparezcan numerosos músicos y lugares reales. De ahí que Caitlin Moran deje claro desde el principio que todas las situaciones son producto de su imaginación, incluso las vivencias de la protagonista, aunque tenga muchos rasgos comunes con su propia vida.
A primera vista, Cómo ser famosa es una historia divertida y superficial. Al fin y al cabo, nos la está contando una cría de diecinueve años recién llegada a la gran ciudad, que intenta adaptarse a la vida de adulta y que va de fiesta en fiesta. Como tantos otros habitantes de Londres, busca amor, en concreto, el del cantante del momento, que es, a la vez, su mejor amigo. Y quiere ser famosa, claro. Lo malo es que lo va a conseguir de la manera más inesperada y desagradable.
Así, lo que parecía una sucesión de fiestas, reuniones de trabajo y quedadas con los amigos, acaba siendo una crítica a la precariedad laboral, una guía sobre cómo y por qué se llega a ser famoso y las consecuencias de serlo y, sobre todo, una reflexión sobre el sexo directa y necesaria. Alguien tenía que decirlo, y lo ha hecho Caitlin Moran a través de la protagonista de Cómo ser famosa. Solo por el discurso que hace en uno de los capítulos finales, este libro debería ser de lectura obligatoria para hombres y mujeres, y, en especial, para adolescentes como Johanna.
Como bien decía mi compañera Susana en su reseña, Cómo ser una chica era «un libro muchísimo más serio de lo que jamás hubiera podido imaginar mientras lo leía». Y esa misma sensación me ha dejado a mí Cómo ser famosa. En serio, es para ponerse de pie y aplaudir a Caitlin Moran hasta que nos ardan las manos. El mundo sería un lugar mejor si todos fuéramos como Johanna Morrigan o, al menos, le hiciéramos caso.