No confíes en Peter Pan, de John Verdon
La sangre llama a la sangre. Un asesinato, un crimen por encargo, un secreto que guardar, son muchas las ocasiones en las que la sangre salta por los aires inundando un caso que, al principio parece fácil, pero que al final se convierte en uno de los más complicados de la historia criminal. Ejemplos hay para aburrir. El caso de John Verdon es, por denominarlo de alguna manera, especial, ya que desde hace unos tres años todo el público anda ansioso porque el autor saque su nueva novela, destinada a convertirse en el éxito de la temporada. Pero la sangre es mucho más que palabras escritas en un papel. Ejerce un poder de atracción en el público que podría sobrepasar los límites de lo que está permitido, pero demuestra una vez más que la opinión de los lectores sirve, y mucho, para convertir un crimen en una de las historias más vendidas de los últimos meses. Leer novela negra es como leer sobre el lado más oscuro del alma humana, pero lo que realmente se consigue es convertir un concepto que, de primeras, puede resultar repulsivo, en un espacio de diversión tan puro (no limpio, recordad que esto está lleno de sangre) que sea imposible soltarlo hasta que el punto y final ha hecho acto de presencia y nuestro crimen se despide de nosotros hasta una nueva historia de nuestro detective favorito. Y es que la sangre siempre salpica, y nosotros, lectores ávidos de emociones, buscamos ante todo meternos de lleno en el lodo e investigar como lo harían los mejores.
David Gurney se enfrenta a uno de los peores casos en los que se ha visto inmerso. No sólo tiene que intentar demostrar la inocencia de una persona que puede no ser inocente, sino que en el transcurso de la investigación tendrá que hacer frente a un fiscal corrupto, un mafioso dispuesto a ayudar, y un criminal griego, Peter Pan, sediento de sangre.
Las novelas policíacas de John Verdon suscitan mi atención por dos motivos principales: me encantan las historias con giros argumentales y que requieren de un poco de inteligencia por parte del lector, y porque su personaje principal, David Gurney, tiene ese aire de las historias clásicas, con su aire taciturno y atormentado, que provoca en el que lo lee una especie de empatía que hace mucho más fácil proseguir en sus investigaciones. No me equivocaré si digo que, además, No confíes en Peter Pan es la mejor novela del autor con diferencia. Mucho más profunda en su investigación, con muchas más tramas que se desarrollan de forma magistral, reflexiones vitales para el personaje, protagonistas que, sin pretenderlo, nos hacen crear unas emociones que pueden destruir o crear, en definitiva, una de esas historias que no sueltas aunque te vaya la vida en ello. Pero hay algo más que se me queda en el tintero de esta historia. Pensándolo mucho a la hora de escribir esta reseña, creo que es la capacidad del autor de crear unos personajes a los que es imposible no odiar por alguna razón. Todos y cada uno tienen motivos para cometer el crimen, todos tienen sus versiones para haberse convertido en personas de tono oscuro, y eso en una historia como ésta es algo increíble, porque pone al espectador, al lector en este caso, en una posición privilegiada para intentar descifrar el caso sin caer en pistas que desbaraten a las primeras cincuenta páginas con lo que sucederá en las siguientes.
Será porque yo me declaro fan incondicional de todas aquellas series e historias sobre crímenes que hay sobre la faz de la tierra, pero el caso es que No confíes en Peter Pan me ha recordado a esos momentos en los que yo muerdo mis uñas con verdadera fruición y requiero de unos minutos de sosiego para comprender lo que he visto. John Verdon firma su mejor novela, y espero que no sea la última. Sólo me queda pensar si después de esta la que seguirá será todavía mejor, con lo que yo sólo puedo temblar de la emoción necesitando más y más siendo todo lo egoísta que un lector puede ser en estas circunstancias. Lo dije al principio, y es que la sangre crea una adicción tremenda en los lectores. No por su color, ni por su olor, ni por su textura, por lo que la sangre crea esa adicción es porque todos la llevamos en nuestro interior y todos podemos ser víctimas de ella. No todos somos asesinos en potencia, ni víctimas que miramos hacia atrás siempre que tenemos ocasión. Pero lo que sí somos es lectores que buscan emociones fuertes y que, durante un período de tiempo, quieren convertirse en ese investigador que va a la caza de los monstruos que pueden arruinar la vida de alguien. Somos así, y nadie puede evitarlo.