Conjuros

Conjuros, de Felipe Garrido

ConjurosLa RAE define conjuro como fórmula mágica que se dice, recita o escribe para conseguir algo que se desea. Amén. Ignoro lo que deseaba conseguir Felipe Garrido al escribir sus conjuros, pero no puede ser muy diferente de lo que efectivamente consigue porque emocionar al lector suele ser el objetivo que todo escritor persigue de una u otra manera, conseguir que éste disfrute, de modo que habrá que felicitar al autor. Su magia funciona.

Son textos muy variados, breves pero completos, y sobre todo de una riqueza lingüística apabullante. Felipe Garrido es mexicano, su libro también, y el lenguaje que maneja lo es en alto grado. Y dirán que escribir México es lo normal si el autor es mexicano, pero no es tan fácil. Utilizar términos, giros lingüísticos, expresiones típicas de su lugar de origen es natural, incluso difícilmente evitable para un autor, pero escribir su país hablando no de él, sino de personas, es un mérito notable.

Hay algunos personajes que repiten conjuro. Es curioso porque si algo define estos Conjuros de Felipe Garrido es que son textos cerrados, piezas en los que pese a su brevedad no es necesario nada más para considerarlos una obra completa, y sin embargo resultan especialmente brillantes las historias en los que bien los personajes, bien las temáticas, bien ambas, repiten. Una sucesión de historias cerradas que conforman una abierta. Sean las deliciosas vidas de santos, sea la entrañable historia del profesor enamorado de una sirena y el marinero ilustrado o sea, y destaco éstas muy especialmente, las comidas familiares de Martucha, la Beba, las primas memoriosas, el nene, etc. Comidas que son una historia abierta hasta el punto que unos e imagina a sí mismo sentado a esa mesa, paladea los alimentos, escucha las historias y traspone las suyas propias, se imagina contándolas entre plato y plato. Son conjuros  los nombres de las comidas que se sirven a esa mesa, he disfrutado terriblemente de ellos aun sin tener la menor idea de lo que eran. Uno no sabe lo que son y sin embargo los saborea y le quitan el hambre, ya me dirán si eso no es magia. Si la riqueza lingüística del castellano de México es gigantesca, la gastronómica se barrunta inabarcable.

Guardo para mí como un tesoro una de las historias de Martucha, la del cuarto rey mago que desde que la leí decidí (bueno, lo decidió ella misma, uno nuca tiene voto en estas cosas) incorporarla a mi mundo particular, contársela a mi hijo y convertir al personaje en mi patrón. Y me encantaría explicárselo y contársela, pero es un honor que no me corresponde a mí, sino a Felipe Garrido. Si desean experimentar la magia deben leer los conjuros.

Son 292 textos muy pegados al mundo, son conjuros y por lo tanto son mágicos, pero la magia no está en la fantasía sino en los personajes. Ellos son la trama, ellos son el desenlace. La magia es la vida, el color es la palabra.

 ̶  Hace tanto tiempo  ̶me dijo al oído, jadeante todavía, y se acodó a mi lado, desnuda como el viento.

Sombras sobre sombras; una línea de luz en las caderas. Sus ojos brillaban en secreto. Comencé a besarle las axilas; bajé a mordiscos por el perfil de la luna; me detuve en las corvas; la escuché suspirar.

̶  Sígueme soñando  ̶ le supliqué̶ . No vayas a despertar.  

Andrés Barrero
andres@librosyliteratura.es
@abarreror

 

 

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