Reseña del libro “Constantine: The Hellblazer”, de VV.AA.
Hay tantas colecciones y formatos rulando por el mundo comiquero, que resulta que parte de los números integrados en este Constantine: The Hellblazer, (casi la mitad) ya los había leído en su época, cuando salieron allá por 2016 o 2017. Aun así, he vuelto a leerlos (con gusto) porque las reseñas hay que hacerlas bien.
Vaya por delante que en la vida se va a alcanzar el grandérrimo nivel alcanzado en la serie de Vértigo (ya cancelada tanto ella, Hellblazer, como el propio sello). Eso es algo que no va a pasar. Es como los dogmas y solo queda asumirlo, resignarse y esperar que lo que venga esté a un nivel correcto o decente.
Dicho esto, vamos a ver de qué va este relanzamiento del mago de Liverpool.
Constantine siempre ha estado rodeado de los fantasmas de sus amigos o de los de aquellos que le han importado y que lo son porque, o no dudó en sacrificarlos para salvar su culo o el de la humanidad entera o han muerto porque él no ha podido evitarlo pese a intentarlo. Sea como sea, quien se acerca demasiado a Constantine suele pagarlo con la vida. Y podríamos decir que ese es casi otro dogma.
A lo que iba, que siempre han estado ahí acosándole, hablándole e incordiándole hasta que ahora algo empieza a “matarlos”. ¿Pueden, simplificando los términos, morir de forma definitiva los fantasmas? Parece ser que sí, y Constantine tendrá qué averiguar quién o qué se los está cargando pues se siente responsable de ellos.
Hasta aquí tendríamos un arco. Entretenido y en cierto modo sigue siendo el Constantine cabronazo de siempre (en las primeras páginas vemos que no duda en dejar desprotegida a una mujer y entregarla a unos demonios, si bien se veía venir), pero como decía, hay cosas que uno espera que se mantengan y que de repente ahora Constantine sea bisexual y se debata entre tirarse o no a un tío (no quiere complicarle la vida, ya hemos dejado claro que quien se acerca a John acaba mal) es algo que choca. Que a mí me la pela quien se tire a quien y en que agujero la meta cada cual, simplemente no se entiende un cambio así, tan sin transición ni sentido ni importancia para la trama. ¿Para qué? ¿Para abrir la colección a un mayor público? Es como si de repente James Bond follara con tíos y tías. Pues me la pela, pero chocar choca.
El siguiente arco cuenta como la actividad paranormal de la ciudad se dispara: poltergeists, suplantaciones de personalidad, ruidos en las paredes, lavadoras que sangran, un bufé embrujado, árboles que matan personas…
Todo esto tendrá una explicación en la que no voy a entrar y que va a propiciar la aparición de viejos conocidos como La cosa del pantano, Papa Midnite, Gabriel (el arcángel)…
Es en este arco en el que Constantine va a acercarse más a la idea que tenemos de él. Donde la trama es más la que esperábamos, la que nos mola y donde va a desplegar su cinismo, astucia y magia. Donde va a tener que ingeniárselas para pactar con demonios de uno y otro bando sin salir trasquilado y donde va a dejar claro que, a pesar de cargar con muertes pasadas, no le tiembla el pulso a la hora de vengarse de quien él considere e incluso de traicionar amigos y nuevos pactos.
Termina el tomo con un breve y curioso epílogo a lo “orígenes secretos” en el que se nos cuenta algo de nuestro rubio fumador de forma bastante original.
Y eso es todo. En líneas generales Constantine: The Hellblazer es un buen cómic. Tiene sus fallos y sus incoherencias. Seguramente no convenza del todo a los más puristas de la legendaria serie de Vértigo, pero personalmente lo he disfrutado y creo que es un buen arranque. Si se le dan buenos guionistas Constantine puede volver a brillar como lo hizo en un pasado no muy lejano. Esperemos que sí. De momento yo lo veo.