Reseña del libro “Corazones retorcidos”, de Melissa Albert
Hace unos años leí por primera vez a Melissa Albert con La puerta del bosque, y puedo decir que aquella historia me marcó mucho. La oscuridad y lo macabro llenaban sus páginas, junto a una trama que nos adentraba en el interior de un bosque, de un cuento de hadas tenebroso que nos hacía replantearnos quiénes somos realmente, cuáles son nuestros orígenes y qué esconden los que nos rodean. Todo de la mano de una hija y su madre y el anhelo de localizar a la misteriosa abuela.
Como he dicho, esa novela me marcó —todavía noto los escalofríos y aún sigo recordando lo que me hizo sentir—. Por eso, no dudé en palpar esos Corazones retorcidos que nos ha traído Umbriel este mes de septiembre. Con semejante título y un diseño de cubierta que nos presenta una temible y tétrica argolla con forma de cabeza de conejo diabólico, la carne de gallina estaba asegurada. Y siendo Melissa Albert la autora, tuve claro que este iba a ser un viaje sombrío a las profundidades del alma y del corazón humano.
En esta nueva historia nos encontramos de nuevo con una madre y una hija, algo que parece la especialidad de la autora y que yo adoro: indagar en la relación materno filial de una manera visceral, intrigante y misteriosa, desde la superficie para ir poco a poco quitando capas hasta llegar a los orígenes, a lo más hondo y oscuro de las personas.
Ivy es la hija. Dana es la madre. Y en esta ocasión se nos presentan dos tipos de capítulos. Por un lado, aquellos que nos muestran lo que ocurre en el presente donde se muestra la perspectiva de Ivy, el accidente y la chica misteriosa de la carretera. Hechos que nos llevan a averiguar una verdad que siempre ha estado ahí. Un secreto que nunca lo ha sido pero para el que Ivy no ha querido abrir los ojos. Un secreto sobre Dana, su madre.
Por otro lado, otros capítulos que nos llevan al pasado para que conozcamos a Dana de joven. Quién es, por qué es como es y en lo que se ha convertido.
Y lo que está claro es que Melissa Albert es experta en crear tensión y expectación, en provocarnos escalofríos y en empujarnos a seguir leyendo y leyendo sus historias hasta que estemos saciados de magia oscura, brujería y terror.
Porque sí, este libro va de magia oscura, de apariciones inexplicables, de cosas que no tienen sentido pero ahí están, y ocurren y sí, nos vuelven locos. Va de una familia, de una madre, de la amiga de la madre y de la extraña relación entre ambas y de los secretos que guardan. Va de una hija y el amor y el miedo que siente por su madre. Va de mentiras, de descubrimientos y de reflexiones, de sucesos macabros, raros y espeluznantes que nos revuelven las tripas pero hacen que necesitemos conocer la verdad y llegar al fondo de todo, de absolutamente todo.
¿Lo conseguiremos? Solo puedo deciros que esta novela me ha calado hondo, como lo hizo en su momento La puerta del bosque. Y a pesar de tener un comienzo lento y algo tedioso, al igual que pasó con ese anterior libro, todo tiene su por qué. En mi opinión, esa lentitud de ritmo en la trama es debido a que el lector es Ivy y, al igual que ella, debe mascar y procesar lo que está ocurriendo a su alrededor despacio para ir encajando las piezas del puzle.
Pero una vez que lo hace, entonces todo explota a nuestro alrededor, y junto a esos capítulos del pasado donde somos Dana y que nos ayudan a unir las piezas, todo cobra un terrible y terrorífico sentido para nosotros y para Ivy.
Por lo que, solo puedo terminar diciendo que Corazones retorcidos es un escalofriante relato sobre el pasado y el presente que juega con ese toque a lo Alicia en el país de las Maravillas de la forma más macabra que os podáis imaginar; que nos habla sobre las consecuencias de lo que hicimos, sobre lo que escondemos en nuestro interior y cómo eso nos afecta a nosotros y a nuestros seres queridos.
Y bueno… pues eso… que nunca volveréis a mirar a un conejo del mismo modo…