Reseña del cómic “Cosmic Detective”, de Jeff Lemire y David Rubín
Puedo decir orgulloso que sigo la trayectoria de David Rubín desde hace tiempo. No he leído todo lo suyo aún, pero estoy en ello. Creo que fue El héroe, y mi fascinación natural y enfermiza por la mitología, lo primero que cayó en mis manos y desde entonces caí rendido a su forma de dibujar. Tiene un estilo tan suyo y reconocible, pero a la vez tan rotundo y naive, al que añade una paleta de colores extravivos, que hace de cada obra en la que participa un espectáculo visual. (¡Y tengo su Beowulf firmado y con un dibujito!)
Y, sin embargo, aunque lo normal, o a lo que estamos acostumbrados, sería usar unos colores más sucios y apagados en un guion del corte del tebeo que hoy reseñamos, la usual paleta de llamativos colores no me ha desentonado nada en esta historia típicamente noir y que por momentos me ha recordado al clásico de la ciencia ficción Blade Runner.
Si vais a leer Cosmic Detective, o si os llama la atención y queréis ampliar información, y queréis recorrer Internet en su busca id con cuidado porque en algunas páginas te destripan información importante. Palabras que en el interior del cómic, ¡e incluso en la contra!, vienen tachadas y que a algunas webs desalmadas se la suda y te la muestran sin contemplaciones.
Así que si os pica la curiosidad, esto y nada más que esto es lo que tenéis que saber: aparece el cadáver de XXXXX y desaparece una mujer. Un detective, con una vida normal (nada del típico detective divorciado, borracho y que vive en un cuartucho alquilado que es una pocilga en donde solo guarda un par de mudas y la cama está permanentemente sin hacer) debe desentrañar el misterio. Un detective que lleva años trabajando para un ¿grupo?, ¿una orden secreta?, la cual lleva a su vez años comprometida con una alianza con XXXX. Es un caso muy extraño porque se supone que XXXX no puede morir, pero ahí está, todo muerto y más azul que papá Pitufo desnudito. Punto. No busquéis más, dejaos sorprender.
La investigación se va a complicar por momentos y la atmósfera se le va a hacer agobiante a nuestro detective y a nosotros mismos, tanto que llegará un momento en el que comprenderá que la resolución del caso implica al mismo tejido del universo y tendrá que tomar una decisión demasiado personal.
La historia se lee con mucho gusto, el ritmo es vertiginoso, yendo de menos a más, y el hilo del que va tirando el protagonista es facilísimo de tirar, no hay más que seguirlo, casi podrían eliminarse los diálogos porque Rubín hace un trabajo tan impresionante en el arrollador apartado visual (sí, ya sé que me repito…) que, salvo en contadas escenas, habla por sí solo.
Una historia que integra con brillantez elementos del cyberpunk con momentos surrealistas y puramente lisérgicos (momentos muy de Lynch y de Cronenberg) y también con algo de Philip K. Dick, que encajan de maravilla con lo que se quiere contar y que a la vez son conjugados también con elementos o accesorios que no se sabe si son propios de toda la sociedad o tan solo de esta orden secreta y de sus miembros.
Por último, quiero destacar el tamaño colosal de este Cosmic Detective. Astiberri ha apostado por un volumen en tapa dura, con papel de calidad y unas medidas extragrandes (23 x 31 cm.) y creo que la apuesta le ha salido redonda. Es un formato ideal para este tipo de historia y de dibujo.
¿Y el final? ¿Es el que merece la trama? Pues debo decir que, aunque es una idea que ya se ha visto en alguna ocasión, no por ello desmerece. Es más. Me ha gustado la conclusión y el camino que el “héroe” ha seguido hasta llegar a ella. No te cuesta nada meterte en el cómic ni creerte todo lo que te cuentan, que es mucho. ¿Qué más se puede pedir?
Cómic, ciencia-ficción y un noir a tope de orgullo de color en uno. Yo digo sí.