Reseña del libro “Cuando era divertido”, de Eloy Moreno
Hay libros repletos de fantasía, de magia, de aventuras. También los hay llenos de acción, de drama, de venganza. Tal vez de misterios, de intrigas, de asesinatos. Y los hay que cuentan realidades incómodas y que no son aptas para todos los lectores.
El libro del que vengo a hablaros hoy pertenece a esta última categoría.
Tal vez ya conozcas la obra de Eloy Moreno, pero si no es así déjame decirte que siempre que pienso en él se me viene a la mente la imagen de la libertad. Eloy me parece uno de los autores más libres que he leído nunca: él escribe lo que le apetece en cada momento sin seguir modas, sin seguir estereotipos y dejándose llevar únicamente por su instinto. Igual escribe bajo encargo y me tienen engañadísima, pero lo cierto es que esa es la sensación que me da a mí cuando leo alguno de sus libros, y ya van unos cuantos.
Y digo esto porque a él no le importa escribir algo que sabe que va a incomodar o incluso a doler. Y este es el caso del libro que vengo a reseñar hoy: Cuando era divertido. Déjame contarte de qué va y enseguida comprenderás a qué me estoy refiriendo.
Esta es la historia de una pareja. Una pareja que lleva muchos años, que tiene un hijo y que, a pesar de quererse, ha sido inevitable que una barrera invisible se levantara entre ellos. Tal vez por la rutina, tal vez por el cansancio o tal vez por esa tercera persona que de repente aparece y hace que la ilusión vuelva a surgir. Sea como sea, ambos se dan cuenta de que la cosa no funciona, que ya no es como antes, que las risas cómplices han desaparecido para dar lugar a una indiferencia que duele como un puñal.
Esta es la historia de una pareja. Pero puede ser tu historia. Y eso es lo más incómodo de todo. Es muy fácil verse reflejado en ella, descubrirse en alguno de los pensamientos de los personajes y ponerse en su piel. «¿Y si yo estoy en ese punto? ¿Y si este vuelco al corazón significa algo que no quiero ver? ¿Y si necesito cambiar de aires? ¿Y si la rutina ha podido conmigo?». A la vez que lees, cientos de preguntas se agolpan en tu mente, hasta que llega el final.
Verás, nunca he desvelado el final de una historia en una de mis reseñas —y hoy no va a ser una excepción— pero sí que te diré que yo he visualizado este final como esa típica escena de un hombre que está en una barca y que tiene que decidir qué camino tomar ante una bifurcación: el que está lleno de ramas y niebla o el que esconde un sol gigante y un arcoíris. Y me he imaginado esto porque creo que el lector se encontrará en esa situación. Ya no estoy hablando de los personajes: estoy hablando del que sostiene el libro y su corazón, ya de paso. Y ese lector, que se habrá puesto en la piel de estas dos personas —y en la de tantas miles—, se dará cuenta de que su vida está yendo por ese camino de niebla o por el del arcoíris.
En mi caso, a pesar de que ha sido una novela bastante incómoda por la realidad que refleja, ha hecho que comprendiera que yo estoy en el camino del sol, aunque bien podría haber sido al contrario. Y me consta que esto es lo que está sucediendo con muchos lectores. Pero no tengas miedo si tienes dudas: quizás este libro te ayude a ver tu situación desde otro prisma, desde otro ángulo que te permita darte cuenta de cuál es la causa de esa niebla que no te permite ver el sol. Tal vez te ayude, y esa es la magia de Cuando era divertido.
Creo que Eloy Moreno es uno de esos autores a los que hay que cuidar, porque si bien he dicho al principio que él no sigue modas y que escribe lo que le sale en cada momento, esto es algo que escasea por estos lares. El misterio de no saber con qué me sorprenderá con su siguiente publicación hace que todavía tenga más ganas de leer sus libros. Si es que eso es posible.