Se dice que el bullying es un tema reciente, que antes eso no existía. Cuando un niño se metía con otro, se le quitaba hierro al asunto diciendo que “eso es cosa de críos”. Incluso he llegado a escuchar la frase “los que se pelean, se desean”, como modo de exculpar cualquier comportamiento agresivo que un niño pudiera tener contra otro.
Se dice que el acoso escolar es una cosa moderna. Que antes los niños eran menos sensibles y estaban menos protegidos por mamá y papá. Se dice que ahora existe porque los niños están muy mimados y a la mínima de cambio se ofenden y hacen de un insulto o un empujón un mundo.
Se dice que el bullying es algo inventado por los medios, que suelen sensacionalizar todo lo que rozan. Que, en realidad, no es para tanto y que los suicidios de niños que sufren acoso, se dan porque esos chicos ya tenían algo en la cabeza que no andaba bien.
¿Y sabéis qué? A mí todo esto se me hace bola. Como que no lo entiendo. Como que se me atraganta bastante. Porque el bullying SÍ QUE EXISTE. Es tan real como los insultos que sobrevuelan las aulas, como las collejas gratuitas que vienen y van, como los tirones de orejas, como las palizas que llegan a romper huesos, como los suicidios de niños que no pueden más.
Es un tema real que espero que no te haya tocado vivir en tu propia piel. Espero que ningún matón haya llegado a presionar a toda la clase para que todos dejaran de hablarte. Espero que no hayas tenido que ir a un psicólogo por no encontrar tu sitio en el aula. Y espero que jamás nadie te haya puesto una mano encima. Porque eso significaría que lo pasaste muy mal en el colegio y que para ti pensar en aquella época no te trae más que malos recuerdos. Y nadie, absolutamente nadie, debería sentirse así.
Ya sabéis que yo amo a Laura Gallego y que he leído la mayoría de sus obras, aunque es cierto que todavía me quedan bastantes por guardar en mi estantería. Suele sacar un libro al año y yo lo espero como agua de mayo. Esta vez, le ha tocado el turno a Cuando me veas, una obra de ficción que poco tiene que ver con lo que suele regalarnos. Aquí no encontramos dragones, hadas, brujos o princesas. Aquí encontramos a Tina, una chica normal y corriente que no termina de encajar del todo en el instituto debido a sus orígenes latinos. Su mejor amiga, Salima, también intenta pasar desapercibida, pero sus rasgos árabes la delatan. Entre tanto, una muerte deja boquiabierto a todo el instituto. Un chico se ha tirado por una azotea. Un chico que sufría demasiado. Este podría ser el desencadenante que lleva a Tina a descubrir que tiene un poder muy especial, uno del que no había sido consciente y que le permitirá proteger a aquellos que por sí solos no pueden.
Cuando me veas es un libro muy especial. Es un grito de valor, una esperanza para todos esos niños que preferirían morir antes que enfrentarse a otro día en el colegio. Es un jarro de agua fría que se echa sobre todos aquellos que dicen que el bullying no existe.
Yo no sé si lo sufrí cuando iba al colegio. Y no lo sé por una sencilla razón: cuando yo era pequeña, esas cosas eran “normales” y ningún profesor se atrevía a darle importancia. Recuerdo que cuando estaba en quinto de primaria, una chica hizo que toda la clase dejara de hablarme. Pero no solo a mí, también a otra chica que tenía que soportar día a día que se metieran con ella por su peso, por su ropa o incluso por su peinado. Había otra chica que era pelirroja y tenía que soportar que la insultaran a diario, haciéndola que se sintiera diferente y fuera de lugar. El chico con sobrepeso era conocido como “el gordo”. A mí me llamaban “la jirafa”, porque tenía un cuello demasiado largo. Otra era “la pechoplacha”, porque no tenía la talla de sujetador que los demás consideraban correcta. Otra, “la peloescoba”, porque tenía el pelo seco. Y así, infinidad de motes que dejaban ver la calidad humana que reinaba en esa clase. ¿Eso es bullying? No lo sé. Pero no era agradable, desde luego. Y no hay nada más triste que levantarte por la mañana y odiar con todas tus fuerzas lo que vas a hacer las ocho horas siguientes.
Gracias de nuevo, Laura, por escribir. Por darnos historias como esta, y como todas las demás. Historias con valores, con esperanza, con protagonistas reales, que hablan de la homofobia, de la xenofobia, del bullying, del maltrato y de todos los tabúes que hoy existen en nuestra sociedad. Gracias por hacer que millones de chicos y chicas lean tus libros y se enteren de que pueden ser valientes y de que uno puede ser el héroe del cuento con solo proponérselo. Gracias.